Un grupo de jóvenes políticos intenta abrirse un hueco en las filas populares
EFE
Son cuarentones, guapos, ambiciosos y ya tienen unas cuantas medallas en sus expedientes. Tras la estela de Soraya Sáenz de Santamaría, un grupo de jóvenes dirigentes comienza a abrirse hueco en el PP y a afianzarse como la natural herencia de Mariano Rajoy. 2009 ha sido su año.
Poco a poco, o quizá más rápidamente de lo que parece, la generación de quienes nacieron en los 60 y 70 se abre paso en un Partido Popular en el que los nuevos bríos ejercen ya su influencia, y basta repasar la escalera de la jerarquía de esta formación para comprobar que las melenas se imponen a la calvicie y el deporte diario a los achaques de algún insolente ataque de reuma.
Está la portavoz del grupo del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, de 38 años, fugaz y fulgurante carrera política; y aparece la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, quien con sólo 36 años presume de ser la primera mujer "popular" en convertirse en la segunda autoridad institucional de Euskadi.
El grupo popular en el Congreso es al PP algo así como "La Masía" al Barça. Tras Sáenz de Santamaría, la dirección la componen José Luis Ayllón (39 años), Fátima Báñez (42), Álvaro Nadal (39) y Santiago Cervera (44), entre otros.
Ya conocen los pasillos de la política. Sáenz de Santamaría y Ayllón formaron parte de la plana mayor del PP durante la pasada legislatura, ella en los asuntos autonómicos y él en los de comunicación, en tanto que Cervera ha sido consejero del Gobierno navarro.
Báñez y Nadal, más novatos, se han forjado a lo largo de 2009 en la economía, lo que en una época como la actual sería algo parecido a conducir un Ferrari tras haber pilotado sólo un kart. Ella es la fiel acompañante de Cristóbal Montoro y él asesora a Rajoy con frecuencia.
Por Génova, la sede del PP, también resoplan aires de juventud. La secretaria general, María Dolores De Cospedal, tiene 44 años recién cumplidos y el responsable de Comunicación, Esteban González Pons, 45.
Pero a sus espaldas asoman la cabeza Jorge Moragas, 44 años, jefe de gabinete de Rajoy y coordinador de política internacional; o Carlos Floriano, un veterano de 42 años que tras haber aspirado a gobernar Extremadura interviene ahora en la estrategia comunicativa del PP junto a Pons.
El más querubín, no obstante, es Juan Manuel Moreno, de 39 años, mano derecha en Génova del poderoso Javier Arenas y muñidor de la política autonómica y local de la formación.
Fuera de Madrid este temporal de savia nueva impregna algunos rincones. Aunque más cerca de los 50, la victoria de Alberto Núñez Feijóo en Galicia no sólo ha salvado a Rajoy de una crisis de legitimidad interna, sino que ha servido al partido un espejo de renovación en el que todos quieren mirarse.
Además de algún alcalde muy vigilado por Génova, como el de Santander, Íñigo de la Serna, de 38 años, la cúpula del PP vasco es otro referente: Antonio Basagoiti suma 40 primaveras, una menos que Iñaki Oyarzábal y cuatro más que Quiroga.
Todos los citados no salen de la misma hornada, aunque lo parezca: han hecho doctorados y máster, son bien parecidos, les gusta vestir a la moda y miman la tripita para que no se ablande, pero sobre todo les une la vocación política y las ganas de situarse más arriba.
Poco a poco, o quizá más rápidamente de lo que parece, la generación de quienes nacieron en los 60 y 70 se abre paso en un Partido Popular en el que los nuevos bríos ejercen ya su influencia, y basta repasar la escalera de la jerarquía de esta formación para comprobar que las melenas se imponen a la calvicie y el deporte diario a los achaques de algún insolente ataque de reuma.
Está la portavoz del grupo del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, de 38 años, fugaz y fulgurante carrera política; y aparece la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, quien con sólo 36 años presume de ser la primera mujer "popular" en convertirse en la segunda autoridad institucional de Euskadi.
El grupo popular en el Congreso es al PP algo así como "La Masía" al Barça. Tras Sáenz de Santamaría, la dirección la componen José Luis Ayllón (39 años), Fátima Báñez (42), Álvaro Nadal (39) y Santiago Cervera (44), entre otros.
Ya conocen los pasillos de la política. Sáenz de Santamaría y Ayllón formaron parte de la plana mayor del PP durante la pasada legislatura, ella en los asuntos autonómicos y él en los de comunicación, en tanto que Cervera ha sido consejero del Gobierno navarro.
Báñez y Nadal, más novatos, se han forjado a lo largo de 2009 en la economía, lo que en una época como la actual sería algo parecido a conducir un Ferrari tras haber pilotado sólo un kart. Ella es la fiel acompañante de Cristóbal Montoro y él asesora a Rajoy con frecuencia.
Por Génova, la sede del PP, también resoplan aires de juventud. La secretaria general, María Dolores De Cospedal, tiene 44 años recién cumplidos y el responsable de Comunicación, Esteban González Pons, 45.
Pero a sus espaldas asoman la cabeza Jorge Moragas, 44 años, jefe de gabinete de Rajoy y coordinador de política internacional; o Carlos Floriano, un veterano de 42 años que tras haber aspirado a gobernar Extremadura interviene ahora en la estrategia comunicativa del PP junto a Pons.
El más querubín, no obstante, es Juan Manuel Moreno, de 39 años, mano derecha en Génova del poderoso Javier Arenas y muñidor de la política autonómica y local de la formación.
Fuera de Madrid este temporal de savia nueva impregna algunos rincones. Aunque más cerca de los 50, la victoria de Alberto Núñez Feijóo en Galicia no sólo ha salvado a Rajoy de una crisis de legitimidad interna, sino que ha servido al partido un espejo de renovación en el que todos quieren mirarse.
Además de algún alcalde muy vigilado por Génova, como el de Santander, Íñigo de la Serna, de 38 años, la cúpula del PP vasco es otro referente: Antonio Basagoiti suma 40 primaveras, una menos que Iñaki Oyarzábal y cuatro más que Quiroga.
Todos los citados no salen de la misma hornada, aunque lo parezca: han hecho doctorados y máster, son bien parecidos, les gusta vestir a la moda y miman la tripita para que no se ablande, pero sobre todo les une la vocación política y las ganas de situarse más arriba.
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