Comunidad de Propietarios Edificio Eurovillas VI
En la fachada del edificio Eurovillas VI que linda con el Paseo Río Nalón, hay nueve restaurantes, es decir, nueve establecimientos en los que se cocinan y sirven comidas, en su interior y en medio de la calle. Dicho de otro modo, todos los locales comerciales del edificio, excepto uno de pequeñas dimensiones, están dedicados a la misma actividad. Concentración hasta la saturación. No hablamos de un gran restaurante de 900 m² dotado de las instalaciones adecuadas y autorizadas, sino de nueve establecimientos contiguos, pared con pared, en los que se alojan cocinas, con fuegos y hornos, freidoras, asadoras,…frigoríficos, instalaciones eléctricas o de gas, salidas de humos, aire acondicionado,… suficientes para atender a su aforo y a los clientes que comen en la calle.
Contiene reportaje fotográfico
Nueve
restaurantes,
explotados en régimen de alquiler, de los que la Comunidad de Propietarios no
ha recibido información alguna en los siete años que está constituida, excepto el
nombre de unos propietarios que, por sistema, no asisten a las Juntas a las que
son convocados, no contestan a los escritos que se les dirigen y no facilitan
la información que se les pide. Tampoco participan en la gestión de la Comunidad,
ni obligan a sus inquilinos, principal causa de conflicto en la vida
comunitaria, a que respeten las Normas de Convivencia. En siete años no hemos
conseguido saber con qué tipo de licencia de apertura y actividad cuentan, en
el caso de que les haya sido concedida, porque el Ayuntamiento tampoco informa.
Nueve
restaurantes
situados bajo dos plantas de viviendas y que lindan al fondo con otras
viviendas de planta baja, que tienen entrada por la calle Río Arangüín, cuyos
residentes están obligados a soportar emisión e inmisión de ruidos, olores a
cocina, humos, calor en el suelo, música y un largo etcétera de molestias e
incomodidades causadas por la falta de dotación del edificio y unas
instalaciones inadecuadas, mal climatizadas y con muchos problemas para
conseguir que los humos y el aire viciado salgan por la cubierta del edificio,
a través de unas chimeneas que, aparte de ser insuficientes en número, no cuentan con filtros; si los tienen, deben
estar tan sucios que caen trozos de grasa sobre los solariums de la cubierta.
Nueve
restaurantes
necesitados de espacio útil para trastienda: despensa y almacén, que les obliga
a repartir las mercancías y el mobiliario por los sitios más diversos, dando
paso, en ocasiones, a la imaginación. Veamos un ejemplo. Un restaurante se
comunica verticalmente con una cochera del sótano reservada a personas con
discapacidad, según el proyecto, a la que se accede directamente por un hueco
con escalera, atravesando el forjado, elemento estructural del
edificio. Esta comunicación se hizo estando habitado el edificio. Dicha plaza,
a su vez, sigue hasta la contigua por detrás, formando así un conjunto
“singular” que permite duplicar la superficie del establecimiento. Y todo ello
ante la pasividad del Ayuntamiento y la inoperancia de la Dirección General de
la Vivienda. El lector se sorprendería al conocer quien es el propietario. O
no. El caso es que el Ayuntamiento, que podría resolver semejante infracción en
veinticuatro horas, actuando de oficio en base al incumplimiento de las
condiciones de la licencia de obras, no lo hace. Y está obligado a ello.
Nueve
restaurantes que
constituyen la “modesta aportación” de una Comunidad de propietarios a ese gran
invento que mentes privilegiadas, propias de quien asó la manteca,
calificaron de «Little Britain Los Narejos, un reducto de ocio», sin tener en
cuenta que están en el sitio menos indicado para ese tipo de ocio: un
edificio de viviendas en un residencial abierto. Viviendas habitadas por personas que se han
ganado y han pagado, a un alto precio, su derecho al descanso y el sosiego, a
una vida ordinaria, sin tensiones ni sobresaltos, sin enfrentamientos con
quienes no van mas que a lo suyo. Personas que no han dejado de perder desde el
primer día y que ahora, cuando intentan hacer valer sus derechos, alguien se
empeña en hacerles pasar por malos, egoístas e insolidarios, por tratar de
impedir que otros se ganen la vida. Personas que no tienen nada contra la
hostelería. Una cosa es trabajar, ya sea en la hostelería o la minería, y otra
muy distinta fastidiar el prójimo en su propia casa.
Nueve
restaurantes de
los que queda mucho por contar tiempo habrá para ello porque no es oro todo
lo que reluce. Como tampoco son embellecedores con anuncios esas chapas
metálicas, a modo de pantallas o cajones, que salpican la fachada, algunas como
soporte publicitario, sino el vano intento por disimular una inadecuada e
insuficiente instalación de aire acondicionado, que parte de haber encajado en
el falso techo de los locales, compresores y turbinas aparatos proyectados
para ser instalados en el exterior que deberían estar situados en la cubierta
del edificio.
Nueve
restaurantes, con su correspondiente extensión a la vía
pública, que no deberían estar así, ni ahí, si se aplicasen:
Ø Las Normas
subsidiarias de planeamiento de Los Alcázares.
Ø La Ordenanza
reguladora de las condiciones estéticas de la edificación en el término
municipal
Ø Las Normas por las
que se han de regir la instalación y funcionamiento de las instalaciones
temporales que se ubican en el término municipal.
Ø La Ley 4/2009, de
14 de mayo, de Protección Ambiental Integrada.
¿Por qué no
se aplican?
(Continuará)
► Fuente: Comunidad de
Propietarios Edificio Eurovillas VI. Urbanización Nuevo Principado.
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