martes, 4 de agosto de 2009

Rajoy saca pecho tras meses de tensión interna

04.08.09 -
M. M. COLPISA. SANTIAGO DE COMPOSTELA/ La Verdad
Han ganado la justicia, el sentido común y los vendedores de tila, porque hay algunos que están de los nervios», ironiza
El presidente del Gobierno valenciano se zafa de las preguntas y expresa su satisfacción en una declaración grabada
Mariano Rajoy irradiaba felicidad. La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Valencia supone un auténtico balón de oxígeno para el presidente del Partido Popular. De puertas afuera, porque por fin se ha quitado de en medio, al menos por unos meses, un asunto que eclipsaba su labor de oposición. De puertas adentro, porque ya tiene material para callar a aquellos que cuestionaban su estrategia pasiva en el 'caso Gürtel'. «Han ganado la justicia, el sentido común y los vendedores de tila porque hay algunos que están de los nervios -dijo irónico-; muchas felicidades, Camps».
En apenas una semana las cosas han dado un giro de 180º para el presidente del PP. Primero fue la dimisión del tesorero Luis Bárcenas, largamente ansiada por los cargos 'populares' que veían cómo las investigaciones judiciales avanzaban a toda máquina hacia su imputación sin que el afectado o el propio Rajoy movieran un dedo. Ahora ha desaparecido para una larga temporada la losa que pesaba sobre el presidente de la Comunidad Valenciana, a quien el líder opositor respaldó sin ambages desde el primer día.
«¿Y ahora qué digo yo? -remarcó triunfal en una intervención ante la Junta Directiva del PP de Galicia-. En realidad, quien tendría que hablar era la Inquisición que hemos vivido a lo largo de medio año». Los magistrados de la sala de lo civil y lo penal del TSJV han proporcionado munición a las teorías sobre una supuesta campaña de desprestigio orquestada por el Gobierno para aniquilar a la oposición con filtraciones interesadas de los sumarios. Han sido, según Rajoy, «seis meses de juicios paralelos».
El presidente del PP presentó de hecho a Francisco Camps, Ricardo Costa, Víctor Campos y Rafael Betoret como víctimas y no como responsables de nada. »La sanción que han sufrido es mucho mayor que la que habrían recibido si simplemente hubieran sido condenados», alegó. A kilómetros de distancia, Costa, secretario general de los 'populares' valencianos, aseguraba que no era el día de los reproches sino del «respeto, agradecimiento y reconocimiento de que la Justicia, al final, siempre sale adelante'.
Sin preguntas
Camps también rompió la ley del silencio y, a su llegada al Palacio de la Generalitat, saludó efusivo a los medios y dijosentirse «muy contento». Fue, aun así, una mínima concesión porque, una vez más, eludió someterse a preguntas y, en lugar de una rueda de prensa, se limitó a grabar una declaración en la que agradece el apoyo recibido y defiende que siempre ha sido trabajado por sus «conciudadanos».
En este nuevo contexto, Rajoy hizo un ejercicio de autoafirmación. Él, que siempre ha gestionado los tiempos políticos con un criterio muy personal y a menudo desconcertante para sus subordinados, afirmó que «la ola de cambio ya está instalada en España» y ofreció como pruebas la victoria en las gallegas de marzo, el triunfo en las europeas y la última encuesta del CIS que, por primera vez, le sitúa por delante del PSOE. Son logros que deberían haber fortalecido su liderazgo interno pero que hasta ahora habían quedado empañados.
Con el camino expedito sacó pecho y defendió que el PP debe hacer ahora tres cosas: oposición, acordar con el Gobierno lo razonable y plantear la alternativa desde la «centralidad política» abiertos al pacto con cualquier partido sin que eso suponga, dijo, renuncia a ningún principio.

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