MANUEL S. BREIS.- / La Verdad
Daba igual que el gol de la victoria llegara tras un claro fuera de juego. Daba igual que el equipo jugara bien. O que lo hiciera mal. Daba igual ganar contra un rival que se jugaba la vida o contra un equipo blando sin nada por lo que pelear. En el Martínez Valero el Real Murcia se jugaba estar vivo. Se jugaba mantener sus opciones de permanencia y permitir que todo el club y su afición siga soñando con seguir en Segunda División. El objetivo es pobre, pero tras 40 jornadas es el que es.
El Real Murcia tenía que ganar. Y ganó. Sumó tres puntos que permiten ver el futuro con más optimismo. Aún no hay nada conseguido, ya que el equipo sigue en puestos descenso, pero tiene la posibilidad de depender de sí mismo, ya que el próximo fin de semana recibe en Nueva Condomina a un rival directo como la UD Las Palmas.
El partido no fue nada del otro mundo en lo futbolístico, pero tuvo la tensión propia de un encuentro de final de temporada en el que hay algo tan importante en juego como la permanencia en la categoría. Esa motivación extra se pudo comprobar sobre el terreno de juego. Los de José González salieron más motivados y con ganas de demostrar que la permanencia es posible. El Elche, por su parte, fue un equipo blando, errático y que parecía no tener nada en juego.
Desde la grada daba la sensación que el Real Murcia campaba a sus anchas y que sólo había que esperar a que pasaran los minutos para celebrar el primer gol del partido. Y así fue. Dani Aquino aprovechó en el minuto 40 un balón que le llegaba tras una buena jugada para batir a Willy Caballero. Éste fue un momento de excitación máxima, ya que servía para expulsar toda la tensión acumulada tras tanta oportunidad de gol desaprovechada. Pudieron marcar Chando, Albiol, Aquino&hellip pero el tanto no llegó hasta cinco minutos antes del descanso. Incluso antes de partir a los vestuarios Aquino volvió a desaprovechar una ocasión que podía dejar casi sentenciado el choque, pero su disparo cruzado se marchó fuera. Una primera mitad que finalizaba con una importante bronca de la afición ilicitana a su equipo, al considerar que no estaba esforzándose al máximo en un partido de claro color visitante. Hasta el presidente blanquiverde tuvo que soportar los reproches de sus incondicionales.
El reproche de su público y el descanso pareció desperezar a los Acciari y compañía que en el minuto 53, a través de Perera, lograron empatar tras una serie de errores de la defensa murcianista que el delantero local supo aprovechar. Antes, Sergio Escudero desperdició otra gran ocasión para finiquitar la incertidumbre, pero su disparo careció de maldad.
Con el empate volvieron los nervios al campo, al banquillo, al palco y al graderío. Todo parecía seguir el guión previsto, pero nadie contaba con el gol de Perera. Un tanto que sólo sirvió como espejismo, ya que poco después el Real Murcia volvió a mandar en el encuentro. Pero lo hizo sin calidad, sin clase y más por obligación que por sabiduría. El Murcia tenía que ganar. Estaba obligado a marcar. No podía desaprovechar la oportunidad que le presentaba un encuentro en el que su rival parecía pensar más en las vacaciones que en sus escasas opciones de ascenso.
A Chando le anularon un gol legal por un inexistente fuera de juego. Natalio erró solo ante Caballero. Un disparo de Sergio Escudero se marchó fuera por poco. Que si córner por aquí, que si córner por allá. Y a todo esto los minutos comenzaban a consumirse. El reloj parecía volar hasta que un balón cayó en los pies de Chando. Mientras todo el mundo miraba al asistente esperando que éste levantara la bandera, el mallorquín aprovechó para marcar un gol que desató la euforia en el bando pimentonero. Tras este tanto José González saltó. Samper sonrió. Y hubo hasta quien lloró.
Un gol que servía para seguir soñando. Y para volver a ralentizar las manijas del reloj.
El Real Murcia está a una victoria de casi la mitad de la tabla. Y a una derrota de la desesperación. Aún no hay nada conseguido, pero tampoco nada perdido. El partido del próximo fin de semana contra la UD Las Palmas va a ser crucial. El martes Nueva Condomina se llenará para ver a la selección. Pero es obligado que la historia se repita en el último partido como local del Real Murcia esta temporada. Si se consigue, la permanencia y la subsistencia estarán mucho más cerca.
Daba igual que el gol de la victoria llegara tras un claro fuera de juego. Daba igual que el equipo jugara bien. O que lo hiciera mal. Daba igual ganar contra un rival que se jugaba la vida o contra un equipo blando sin nada por lo que pelear. En el Martínez Valero el Real Murcia se jugaba estar vivo. Se jugaba mantener sus opciones de permanencia y permitir que todo el club y su afición siga soñando con seguir en Segunda División. El objetivo es pobre, pero tras 40 jornadas es el que es.
El Real Murcia tenía que ganar. Y ganó. Sumó tres puntos que permiten ver el futuro con más optimismo. Aún no hay nada conseguido, ya que el equipo sigue en puestos descenso, pero tiene la posibilidad de depender de sí mismo, ya que el próximo fin de semana recibe en Nueva Condomina a un rival directo como la UD Las Palmas.
El partido no fue nada del otro mundo en lo futbolístico, pero tuvo la tensión propia de un encuentro de final de temporada en el que hay algo tan importante en juego como la permanencia en la categoría. Esa motivación extra se pudo comprobar sobre el terreno de juego. Los de José González salieron más motivados y con ganas de demostrar que la permanencia es posible. El Elche, por su parte, fue un equipo blando, errático y que parecía no tener nada en juego.
Desde la grada daba la sensación que el Real Murcia campaba a sus anchas y que sólo había que esperar a que pasaran los minutos para celebrar el primer gol del partido. Y así fue. Dani Aquino aprovechó en el minuto 40 un balón que le llegaba tras una buena jugada para batir a Willy Caballero. Éste fue un momento de excitación máxima, ya que servía para expulsar toda la tensión acumulada tras tanta oportunidad de gol desaprovechada. Pudieron marcar Chando, Albiol, Aquino&hellip pero el tanto no llegó hasta cinco minutos antes del descanso. Incluso antes de partir a los vestuarios Aquino volvió a desaprovechar una ocasión que podía dejar casi sentenciado el choque, pero su disparo cruzado se marchó fuera. Una primera mitad que finalizaba con una importante bronca de la afición ilicitana a su equipo, al considerar que no estaba esforzándose al máximo en un partido de claro color visitante. Hasta el presidente blanquiverde tuvo que soportar los reproches de sus incondicionales.
El reproche de su público y el descanso pareció desperezar a los Acciari y compañía que en el minuto 53, a través de Perera, lograron empatar tras una serie de errores de la defensa murcianista que el delantero local supo aprovechar. Antes, Sergio Escudero desperdició otra gran ocasión para finiquitar la incertidumbre, pero su disparo careció de maldad.
Con el empate volvieron los nervios al campo, al banquillo, al palco y al graderío. Todo parecía seguir el guión previsto, pero nadie contaba con el gol de Perera. Un tanto que sólo sirvió como espejismo, ya que poco después el Real Murcia volvió a mandar en el encuentro. Pero lo hizo sin calidad, sin clase y más por obligación que por sabiduría. El Murcia tenía que ganar. Estaba obligado a marcar. No podía desaprovechar la oportunidad que le presentaba un encuentro en el que su rival parecía pensar más en las vacaciones que en sus escasas opciones de ascenso.
A Chando le anularon un gol legal por un inexistente fuera de juego. Natalio erró solo ante Caballero. Un disparo de Sergio Escudero se marchó fuera por poco. Que si córner por aquí, que si córner por allá. Y a todo esto los minutos comenzaban a consumirse. El reloj parecía volar hasta que un balón cayó en los pies de Chando. Mientras todo el mundo miraba al asistente esperando que éste levantara la bandera, el mallorquín aprovechó para marcar un gol que desató la euforia en el bando pimentonero. Tras este tanto José González saltó. Samper sonrió. Y hubo hasta quien lloró.
Un gol que servía para seguir soñando. Y para volver a ralentizar las manijas del reloj.
El Real Murcia está a una victoria de casi la mitad de la tabla. Y a una derrota de la desesperación. Aún no hay nada conseguido, pero tampoco nada perdido. El partido del próximo fin de semana contra la UD Las Palmas va a ser crucial. El martes Nueva Condomina se llenará para ver a la selección. Pero es obligado que la historia se repita en el último partido como local del Real Murcia esta temporada. Si se consigue, la permanencia y la subsistencia estarán mucho más cerca.
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