Adolf Hitler, Stalin, Jack el Destripador, el Carnicero de Rostov, Osama Bin Laden... Son algunos de los malos que aparecen en 'Mala gente', un libro que repasa la trayectoria de las que podrían considerarse las cien peores personas de la historia
ALFREDO GARCÍA / CADENASER.COM 20-04-2010
ALFREDO GARCÍA / CADENASER.COM 20-04-2010
¿Qué tienen en común Adolf Hitler, Osama Bin Laden, Jack el Destripador o Darth Vader? Sencillo, que son malos. No se les recuerda por ayudar a cruzar la calle a las ancianas, por sus donaciones a instituciones benéficas ni por sus poemas de amor, sino por haber protagonizado algunas de las mayores atrocidades que ha vivido la historia de la humanidad tanto en la realidad como en la ficción. Todos ellos aparecen en 'Mala gente', un libro de Miguel Ángel Linares publicado por Edaf en el que se recogen los perfiles de las cien peores personas de la historia.
¿Cuál de los cien personajes que describes en tu libro colocarías en el primer puesto en una clasificación de malísimos?
Sin duda alguna, Adolf Hitler. No sólo por la cantidad de sus crímenes, que le han convertido en el mayor asesino y genocida de la historia, sino por el lugar que ocupa en la historia como el culpable de la mayor guerra que ha enfrentado a miembros del género humano.
¿A quién elegirías como el malo 101 de tu libro?
Muchos amigos, colegas e incluso gente desconocida, más que preguntarme, me ha sugerido que metiera a tal o a cual malo. La mayoría ha pedido que incluyera a su personaje político más odiado. Si por un lado muchos se extrañaban que no hubiera incluido al presidente Zapatero, los del 'otro lado' me preguntaban por qué no estaba José María Aznar. Y en una entrevista alguien me sugirió que tenía que haber metido a un 'malvado' que marcó su infancia: Walt Disney, por matar a la madre de Bambi y crearle un trauma. Un tema tan duro como es el de una galería de asesinos también espolea el buen humor de la gente.
¿Alguno de tus malos te merece cierta indulgencia?
Arrebatar la vida a otro ser humano es execrable y no admite excusa. Sin olvidar esto, habría que analizar las causas de cada uno de los cien asesinos y sus infancias, algunas de ellas infernales. Como Henry Lee Lucas, el pequeño de una familia numerosa que fue violado por hermanos y vecinos. O Eileen Wuornos, que también sufrió abusos por parte de su abuelo. Sin olvidar, repito, que un crimen es imperdonable, podemos llegar a comprender cómo algunos de estos desarraigados iniciaron un camino por las sendas más tenebrosas que, al final, les llevaron al asesinato.
¿Cuál de todos ellos te parece el más inteligente?
Por descontado, Jack el Destripador y Zodiac, aunque sólo fuera por la que montaron sin ser nunca descubiertos. De todas formas, y aunque no se trata de un asesino real, es escalofriante el modo en que dirige su carrera criminal el gran Hannibal Lecter.
¿Y el más sádico?
Andrei Chikatilo, el 'Carnicero de Rostov'. Por diversas razones: por asesinar niños y jóvenes, por iniciar su carrera asesina rebasados los 40 años, y, sobre todo, por la extraordinaria crueldad con la que cometía sus crímenes, con salvajes mordeduras, extirpación de órganos con la víctima aún con vida... un verdadero demonio.
¿Alguno de ellos te parece cómico?
Más que cómica, me parece patética la figura de Ed Gein, un paleto de la América profunda de los años cincuenta que vivió pegado a las faldas de su posesiva madre, con quien dormía en la misma cama pasados los cuarenta años. Una vez muerta ésta, el pobre descubrió las maravillas de la anatomía femenina y se dedicó, primero, a exhumar cadáveres y, después, asesinar a dos mujeres para dar vida a sus reprimidos instintos sexuales. Nunca llegó a ser juzgado y murió de viejo en un manicomio. Eso sí, su caso inspiró a tres grandes asesinos de la ficción: el Norman Bates de 'Psicosis'; el Leatherface de 'La Matanza de Texas'; y el Buffalo Bill de 'El Silencio de los Corderos'.
¿Has encontrado algún elemento o elementos comunes en todos estos malos?
Cien asesinos, cien historias y seguramente cien motivos distintos para asesinar. El único nexo común que he podido encontrar en todos estos demonios es sin duda la sinrazón que supone arrebatar a alguien lo más preciado que tiene: su vida.
¿Piensas que algunos o muchos de ellos eran malos sin saberlo?
Por supuesto que sí y por supuesto que no. Todos los malos que aparecen en el capítulo 2 ('Reyes y Jefes de Estado'), no pensaban que no eran malos. Todo lo contrario, se veían a sí mismos como auténticos mesías nacidos de la divinidad y con una misión que exigía acabar con millones de vidas humanas. No hace falta decir si eran o no culpables.
¿No crees que muchos son malos porque buscan la popularidad o quieren pasar a la historia?
Más que pasar a la historia, muchos de los asesinos buscaban un reconocimiento social o, en algún patético caso, tan sólo un poco de comprensión o compañía humana que animasen sus tristes vidas. Leslie Nielsen, por ejemplo, era un gris funcionario inglés que vivía solo con su perra y se moría por compartir su vida con un hombre que le quisiese, aunque fuera un poquito. Por ello, contrataba los servicios de jóvenes chaperos que, tras una sesión de sexo fugaz, encontraban la muerte a manos de Nielsen. Éste, tras estrangularles con su corbata, les aseaba, les ponía ropa interior limpia y les tumbaba en la cama a su lado para disfrutar de unos días de compañía 'humana', hasta que la descomposición del cuerpo le obligaban a enterrar a su 'amigo' bajo el suelo de madera del salón.
Y, después de repasar la trayectoria de toda esta gente, ¿crees que la maldad es intrínseca al ser humano o hay gente que no tiene maldad?
Esta es una de las preguntas que más se han planteado los pensadores a lo largo de la historia de la humanidad. En 'Mala Gente' he querido contribuir a comprender la maldad del alma humana mediante la presentación de la vida de un centenar de asesinos, sin entrar a analizar las causas de tanta depravación. En mi opinión subjetiva y personal, nacemos con una cierta dosis de maldad en nuestro interior. Unos la desarrollan más, otros menos y un pequeñísimo grupo llega a hacer de su maldad una forma de vida, llegando incluso al crimen.
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