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El número de inmigrantes contratados en origen ha pasado en sólo dos años de 183.610 (en 2007) a 13.100 (entre enero y septiembre de 2009), temporeros al margen. Esta última cifra fue mencionada ayer por la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, Consuelo Rumí, para ilustrar los cambios que la crisis económica ha impuesto a los flujos migratorios.
Rumí considera que estamos en el final de un ciclo que ha durado una década y que se caracterizó por la llegada a España de gran número de inmigrantes; ahora comienza otro ciclo, con menos llegadas pero más cualificadas.
La secretaria de Estado expuso esas consideraciones durante la presentación del Anuario de la inmigración en España 2009. En el acto intervinieron los tres codirectores del trabajo: el catedrático de Economía Aplicada Josep Oliver Alonso, el catedrático de Sociología Joaquín Arango y el catedrático de Derecho Constitucional Eliseo Aja.
Éstas son algunas de las conclusiones de su estudio:
- La crisis se retrasó. Sus efectos más severos sólo se hicieron sentir sobre los inmigrantes en el último trimestre de 2008. Hasta ese momento, la creación de puestos de trabajo en el sector servicios compensó, en términos netos, la pérdida de empleos en la construcción.
- Frenazo en las llegadas. La primera respuesta de la inmigración ha sido la fuerte reducción del número de personas susceptibles de incorporarse al mercado de trabajo. El crecimiento de la población potencialmente activa, la comprendida entre los 16 y los 64 años, se ha frenado bruscamente.
- Menor impacto. La crisis de empleo ha tenido menos impacto sobre los inmigrantes que sobre los autóctonos. A lo largo de 2008 y durante la primera mitad de 2009, los inmigrantes perdieron 211.000 empleos, que equivalen al 16% del volumen total de empleo destruido. El número de puestos de trabajo perdidos por los inmigrantes hasta mediados de 2009 equivale al 6,2% de los que ocupaban en el cuarto trimestre de 2009, mientras que la proporción correspondiente para los nativos asciende al 7,8%.
- Necesidades de futuro. Dadas las perspectivas demográficas de la sociedad española y la creciente demanda de cualificaciones elevadas, todo apunta a que, una vez asentada la recuperación, convivan altas tasas de paro de baja cualificación, nativo e inmigrante, con demandas difíciles de cubrir de empleos de alta cualificación.
La secretaria de Estado expuso esas consideraciones durante la presentación del Anuario de la inmigración en España 2009. En el acto intervinieron los tres codirectores del trabajo: el catedrático de Economía Aplicada Josep Oliver Alonso, el catedrático de Sociología Joaquín Arango y el catedrático de Derecho Constitucional Eliseo Aja.
Éstas son algunas de las conclusiones de su estudio:
- La crisis se retrasó. Sus efectos más severos sólo se hicieron sentir sobre los inmigrantes en el último trimestre de 2008. Hasta ese momento, la creación de puestos de trabajo en el sector servicios compensó, en términos netos, la pérdida de empleos en la construcción.
- Frenazo en las llegadas. La primera respuesta de la inmigración ha sido la fuerte reducción del número de personas susceptibles de incorporarse al mercado de trabajo. El crecimiento de la población potencialmente activa, la comprendida entre los 16 y los 64 años, se ha frenado bruscamente.
- Menor impacto. La crisis de empleo ha tenido menos impacto sobre los inmigrantes que sobre los autóctonos. A lo largo de 2008 y durante la primera mitad de 2009, los inmigrantes perdieron 211.000 empleos, que equivalen al 16% del volumen total de empleo destruido. El número de puestos de trabajo perdidos por los inmigrantes hasta mediados de 2009 equivale al 6,2% de los que ocupaban en el cuarto trimestre de 2009, mientras que la proporción correspondiente para los nativos asciende al 7,8%.
- Necesidades de futuro. Dadas las perspectivas demográficas de la sociedad española y la creciente demanda de cualificaciones elevadas, todo apunta a que, una vez asentada la recuperación, convivan altas tasas de paro de baja cualificación, nativo e inmigrante, con demandas difíciles de cubrir de empleos de alta cualificación.
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