Un despliegue de más de 40 agentes impidió el viernes que miles de jóvenes accedieran al recinto, clausurado de forma cautelar
Una resaca sin fiesta previa siguió ayer a la esperada noche de graduación y fin de curso de miles de adolescentes de los institutos de la zona del Mar Menor. Muchos de los que compraron su entrada para la 'macrofiesta' organizada en la noche del viernes por la discoteca Poseidón, que finalmente fue anulada, se preguntan aún dónde reclamar la devolución del importe, después de que el Ayuntamiento de San Javier ordenara el cierre cautelar del recinto por carecer de la preceptiva licencia.
Policía Local y Guardia Civil desplegaron un cordón de seguridad que impidió el paso de los autobuses cargados de estudiantes que se dirigían a festejar su último día de curso. Fue la venta de entradas a menores, desde 14 años, lo que alertó a las fuerzas de seguridad y al propio Ayuntamiento, que decidió -mediante un decreto de Alcaldía- clausurar la actividad de la discoteca de forma inmediata.
«La licencia que tiene es de bar con música, no de discoteca, por lo tanto no reúne las condiciones para funcionar como una discoteca y mucho menos para organizar una fiesta multitudinaria con menores», explicó ayer el alcalde, Juan Martínez Pastor. El regidor afirma que «hace 15 días ya les dimos un aviso de cierre provisional por falta de licencia y vamos a seguir dando los pasos. Si no presentan la documentación reglamentaria nos plantearemos el cierre definitivo».
«He 'pringao' 50.000 euros»
Todo estaba listo en la Poseidón el viernes por la noche para acoger a los más de 3.000 jóvenes con entrada. Una cuadrilla de guardas de seguridad, camareros, porteros, cantantes y gogós se quedaron de brazos cruzados con cara de decepción. Un representante de la empresa comunicó a este periódico a última hora de la tarde su intención de seguir adelante con la fiesta porque «nos han comunicado el cierre fuera de plazo, y además no se venderá alcohol a menores», afirmó. Alrededor de 40 efectivos de la Policía municipal y la Guardia Civil se ocuparon de bloquear los accesos, tanto desde la cercana autovía Alicante-Cartagena, como desde la Nacional 332. El organizador de la fiesta no logró convencer a la Policía local: «¿Y qué hago yo con los artistas que he contratado, la seguridad, la ambulancia? Esta noche he 'pringao' más de 50.000 euros», lamentaba en la puerta de la disco ya a oscuras ante la evidencia del cierre.
«Mire, mire, éste iba a cantar», intentaba convencer al jefe de Policía. «¿Es que ya no canto? Íbamos a cantar Baby y yo. ¡Uy, cuando se lo diga a Baby, que viene desde Alicante!», se lamentaba el artista.
Los móviles del personal de la disco no pararon de sonar. «Que ya te he dicho que no se puede entrar, que esto está lleno de policías y lo han cerrado», intentaba explicar un joven a los ocupantes de uno de los autobuses que no lograron llegar al destino esperado. No tardaron en llegar a pie algunos jóvenes con entrada, acompañados por sus madres. «¿Por qué no podemos entrar los mayores de 16 años? Yo lo flipo», preguntaba con insistencia una adolescente con pinturas de guerra y alzas de un palmo, haciendo valer sus derechos. «No nos podéis devolver ya el dinero?», se plantó. «Estamos tan indignados como vosotros», le contestaron.
Botellón abortado
Cientos de los adolescentes cartageneros que no pudieron celebrar su graduación en San Javier se reorganizaron para hacerlo en un gran botellón en la explanada del estadio Cartagonova. Allí les esperaban seis unidades de la Policía Local que evitaron que se concentraran en ese área, desde la que podían molestar a los miles de vecinos de los edificios del otro lado de la Rambla de Benipila. Para ello se recurrió incluso a un camión de limpieza con agua a presión, que durante media hora estuvo dando vueltas por la zona aledaña al campo de fútbol para evitar el masivo agrupamiento de los jóvenes.
La mayoría de ellos decidió entonces acarrear las bolsas con bebidas alcohólicas y refrescos hasta un descampado situado a unos 500 metros, a mitad de camino del centro comercial Rambla. Allí, a oscuras con la ayuda de la luz de sus móviles como linternas improvisadas, intentaron pasar la noche de diversión que se les había negado en la Poseidón.
La situación irregular de Poseidón no es única. El alcalde explicó que el caso de la otra discoteca veraniega de San Javier, Maná, «es distinto». A pesar de que tiene ya una década de historia, aún no cuenta con licencia de discoteca, pero «está en proceso de obtención bastante avanzado. Ya tienen la declaración de interés público de la Comunidad Autónoma y solo les falta una documentación que deben entregar al ingeniero». «Desde luego vamos a exigirles este verano que esté todo en regla», afirma el alcalde.
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