M. RUBIO mrubio@laverdad.es | MORATALLA.
La principal presa del Segura cumple 48 años con su capacidad al 86%, casi la misma que el día de su inauguración
El embalse almacena 374 hectómetros, una cifra que no se alcanzaba desde la primavera de 1979
SU DIMENSIÓN
31 km
es la longitud de este pantano, situado a caballo entre Moratalla y Hellín
84 m
es la altura de la presa, entre la sierra del Búho y las lomas de Las Calaveras
La estampa que tuvo que contemplar Francisco Franco la mañana del 6 de junio de 1963 (hace ahora 48 años), cuando acudió a inaugurar el pantano del Cenajo, debió ser muy parecida a la que ofrecía esta semana el embalse, el mayor del río del Segura, con el agua rozando las compuertas que coronan la presa.
Las abundantes precipitaciones registradas los dos últimos años han colocado el nivel al 86% de su capacidad, con 374 hectómetros. Desde la primavera de 1979 no se alcanzaba una cifra tan alta en este pantano, que comparten los municipios de Moratalla y Hellín. Aquel año se contabilizaron 432,6 hectómetros, prácticamente lleno, porque el tope de almacenaje son 437 hectómetros.
Claro que, cuando el Caudillo (ahora de actualidad por la polémica semblanza que de él recoge el nuevo diccionario biográfico de la Academia de Historia) vino a Murcia, se hizo 'trampa' para que el Cenajo se mostrara rebosante. ¿En qué consistió? Pues se derivaron 100 hectómetros desde el embalse de Fuensanta, aguas arriba, en poco más de un mes, desde el 1 de mayo al 6 de junio de 1963. Una fotografía del día de la inauguración muestra el agua saliendo desde lo alto de la presa del Cenajo por las tres compuertas, y a un numeroso grupo de invitados, con pancartas, contemplando el espectáculo.
Eso sí, lo que el dictador no pudo contemplar con sus ojos fue el Cenajo desde dentro. Este 'privilegio' está reservado para los técnicos de la Confederación Hidrográfica de Segura (CHS), que periódicamente navegan en una pequeña barca a motor por el embalse para comprobar que todo está en perfecto estado. 'La Verdad' ha acompañado esta semana a uno de estos equipos. Y la imagen que ofrecía el pantano era espectacular: como un mar interior de aguas turquesas. Este gigante de la ingeniería abarca 31 kilómetros de longitud, y su presa se levanta a 84 metros de altura entre la sierra del Búho y las lomas de Las Calaveras.
Las inspecciones de la CHS forman parte de las labores de mantenimiento rutinarias. Los técnicos comprueban la presa, vigilan que no se hayan producido desprendimientos de rocas que taponen las compuertas y controlan que la vegetación no impida que los hidroaviones puedan tomar agua en el caso de que tengan que intervenir para sofocar un incendio.
El último chequeo general en los embalses de la cuenca se realizó tras los terremotos de Lorca, para ver si los temblores habían ocasionado algún tipo de desperfecto. Las infraestructuras aguantaron bien y no se ha detectado deterioro alguno a causa del seísmo.
A los pantanos del Segura no se les da utilidad lúdica, como ocurre en otras cuencas españolas. Está prohibido el baño, la navegación y la pesca. Cualquiera de estas actividades debe ser autorizada por la Comisaría de Aguas. En principio, estas restricciones se deben a cuestiones de seguridad. Los embalses se localizan en zonas agrestes de difícil acceso. Pero, además, sus niveles de almacenamiento están sometidos a grandes fluctuaciones, debido al irregular régimen de lluvias, y por lo general suelen contener poco agua. No como esta primavera, que es la excepción.
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