El Gobierno renuncia a la estrategia de la geometría variable en el Parlamento y busca un socio para sus proyectos económicos
02.09.10 - 01:50 - RAMÓN GORRIARÁN MADRID.
José Luis Rodríguez Zapatero ha terminado por convencerse de que la estrategia de la geometría variable en el Congreso, con pactos a la carta en función de los proyectos legislativos, no da más de sí. El presidente del Gobierno quiere contar con un socio parlamentario fiable hasta el final de la legislatura y ha escogido para ese papel al PNV. Ese es el sentido de la invitación hecha ayer desde Tokio a los nacionalistas vascos para sellar un acuerdo que vaya más allá de los Presupuestos de 2011.
La idea no es nueva. En el Debate sobre el estado de la Nación de julio, el presidente del Gobierno ya lanzó el guante colaborador al portavoz de los nacionalistas vascos, Josu Erkoreka, para llegar a un entendimiento estable. El diputado del PNV no despreció la oferta, pero condicionó su aceptación a que los socialistas se olvidaran de la estrategia que bautizó como de «geografía variable», con pactos hoy con CiU, mañana con los nacionalistas vascos, otro día con los gallegos y canarios, y en ocasiones con las fuerzas de izquierda. Zapatero quiere formalizar esa alianza con el PNV en vista de la imposibilidad de que CiU, inmersa en la campaña electoral catalana y muy crítica con la fiabilidad del jefe del Ejecutivo, sea la contraparte política, como ha ocurrido en otras legislaturas tanto si gobernaba el PSOE como el PP.
Votaciones
Las angustiosas votaciones en el Congreso para aprobar el techo de gasto de 2011 o las medidas del plan de ajuste, salvadas por la abstención de los nacionalistas catalanes, acabaron de convencer al presidente del Gobierno de que debía revisar la estrategia de la geometría variable, máxime si se tiene en cuenta de que la práctica totalidad de proyectos legislativos que llevará el Ejecutivo al Parlamento hasta fin de año tendrán un marcado perfil económico.
Fuentes parlamentarias socialistas apuntan que el Gobierno no puede estar al albur del estado de ánimo o de las conveniencias políticas de los grupos minoritarios para sacar adelante el ambicioso programa de reformas -pensiones y ley de economía sostenible, entre ellas- con los que pretende combatir la crisis.
Zapatero va en serio con la propuesta de pacto al PNV, transmitió hace poco un relevante miembro del Gobierno a sus colaboradores. Prueba de ello, recuerdan fuentes del partido gubernamental, es la reunión del martes de la semana pasada en la sede del PSOE para preparar los Presupuestos. Los socialistas citaron al líder de los nacionalistas vascos, Íñigo Urkullu, que se encontró al otro lado de la mesa con los ministros de Interior y Fomento, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco, y al portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso, tres hombres de la máxima confianza del jefe del Ejecutivo y con los que quiso dar el máximo realce político a la cita.
La reunión tuvo además una ausencia clamorosa, la de la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, encargada, en teoría, de capitanear la negociación presupuestaria, pero cuya inflexible cintura política ha ocasionado más de un problema al Gobierno con los nacionalistas. La prueba de fuego para llegar a esta alianza estable con el PNV está en los Presupuestos. Zapatero informó ayer de que la víspera de la gira que ha emprendido por China y Japón llamó a Urkullu para acordar el inicio de las negociaciones porque lo que ha habido hasta ahora, afirman fuentes gubernamentales, han sido tanteos y conversaciones más o menos formales, pero sin entrar en el meollo.
Demandas asumibles
En el Gobierno admiten que las demandas de los nacionalistas son asumibles porque ha quedado claro que el paquete de sus propuestas no incluye las 15 propuestas de resolución que plantearon en el Debate sobre el estado de la Nación y que, en buena medida, eran inaceptables para los socialistas.
Una de las peticiones del PNV es la transferencia de las competencias de la inspección de trabajo y el secretario de Estado de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías, reconoció ayer que con «la inspección de trabajo y otros temas que hay sobre la mesa no hay pegas por parte del Gobierno para se traspasen». El entendimiento sobre las políticas activas de empleo tampoco parece lejano y, según fuentes cercanas a los contactos, el 'lehendakari' Patxi López, pese a su discurso reivindicativo de su papel institucional, no va a ser un obstáculo insalvable aunque habrá que preservar su posición de jefe del Ejecutivo vasco.
Las negociaciones llegarán a buen puerto, afirman fuentes del PSOE, porque el Gobierno tiene mucho que perder, pero el PNV también si es que fracasan y hay un adelanto electoral. Los nacionalistas vascos tendrían en el alero la aprobación de las cuentas del próximo año en las diputaciones vascas que gobiernan y una campaña electoral nacional perjudicaría sus expectativas en las elecciones forales y municipales de mayo próximo porque polarizaría al electorado entre socialistas y populares.
Un veterano diputado socialista sostiene que la mejor fórmula para tejer acuerdos con el PNV es «el cariño», que es lo que no ha dado el Gobierno a los nacionalistas vascos en esta legislatura pues ha ignorado casi todos sus planteamientos. Un acuerdo presupuestario, prosigue el mismo parlamentario, tiene que ir seguido de pactos en otras áreas económicas para que comprueben que CiU no es el único referente para el Ejecutivo, que también el PNV es tenido en cuenta por su sentido de Estado.
Los nacionalistas catalanes, entretanto, mantienen su presión sobre el partido de Urkullu para que no apoyen los Presupuestos. Ayer fue el portavoz de CiU en el Parlament, Oriol Pujol, el que apretó las tuerzas y advirtió al PNV de que Zapatero «no es de fiar» por sus «falsas promesas y engaños reiterados».
02.09.10 - 01:50 - RAMÓN GORRIARÁN MADRID.
José Luis Rodríguez Zapatero ha terminado por convencerse de que la estrategia de la geometría variable en el Congreso, con pactos a la carta en función de los proyectos legislativos, no da más de sí. El presidente del Gobierno quiere contar con un socio parlamentario fiable hasta el final de la legislatura y ha escogido para ese papel al PNV. Ese es el sentido de la invitación hecha ayer desde Tokio a los nacionalistas vascos para sellar un acuerdo que vaya más allá de los Presupuestos de 2011.
La idea no es nueva. En el Debate sobre el estado de la Nación de julio, el presidente del Gobierno ya lanzó el guante colaborador al portavoz de los nacionalistas vascos, Josu Erkoreka, para llegar a un entendimiento estable. El diputado del PNV no despreció la oferta, pero condicionó su aceptación a que los socialistas se olvidaran de la estrategia que bautizó como de «geografía variable», con pactos hoy con CiU, mañana con los nacionalistas vascos, otro día con los gallegos y canarios, y en ocasiones con las fuerzas de izquierda. Zapatero quiere formalizar esa alianza con el PNV en vista de la imposibilidad de que CiU, inmersa en la campaña electoral catalana y muy crítica con la fiabilidad del jefe del Ejecutivo, sea la contraparte política, como ha ocurrido en otras legislaturas tanto si gobernaba el PSOE como el PP.
Votaciones
Las angustiosas votaciones en el Congreso para aprobar el techo de gasto de 2011 o las medidas del plan de ajuste, salvadas por la abstención de los nacionalistas catalanes, acabaron de convencer al presidente del Gobierno de que debía revisar la estrategia de la geometría variable, máxime si se tiene en cuenta de que la práctica totalidad de proyectos legislativos que llevará el Ejecutivo al Parlamento hasta fin de año tendrán un marcado perfil económico.
Fuentes parlamentarias socialistas apuntan que el Gobierno no puede estar al albur del estado de ánimo o de las conveniencias políticas de los grupos minoritarios para sacar adelante el ambicioso programa de reformas -pensiones y ley de economía sostenible, entre ellas- con los que pretende combatir la crisis.
Zapatero va en serio con la propuesta de pacto al PNV, transmitió hace poco un relevante miembro del Gobierno a sus colaboradores. Prueba de ello, recuerdan fuentes del partido gubernamental, es la reunión del martes de la semana pasada en la sede del PSOE para preparar los Presupuestos. Los socialistas citaron al líder de los nacionalistas vascos, Íñigo Urkullu, que se encontró al otro lado de la mesa con los ministros de Interior y Fomento, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco, y al portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso, tres hombres de la máxima confianza del jefe del Ejecutivo y con los que quiso dar el máximo realce político a la cita.
La reunión tuvo además una ausencia clamorosa, la de la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, encargada, en teoría, de capitanear la negociación presupuestaria, pero cuya inflexible cintura política ha ocasionado más de un problema al Gobierno con los nacionalistas. La prueba de fuego para llegar a esta alianza estable con el PNV está en los Presupuestos. Zapatero informó ayer de que la víspera de la gira que ha emprendido por China y Japón llamó a Urkullu para acordar el inicio de las negociaciones porque lo que ha habido hasta ahora, afirman fuentes gubernamentales, han sido tanteos y conversaciones más o menos formales, pero sin entrar en el meollo.
Demandas asumibles
En el Gobierno admiten que las demandas de los nacionalistas son asumibles porque ha quedado claro que el paquete de sus propuestas no incluye las 15 propuestas de resolución que plantearon en el Debate sobre el estado de la Nación y que, en buena medida, eran inaceptables para los socialistas.
Una de las peticiones del PNV es la transferencia de las competencias de la inspección de trabajo y el secretario de Estado de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías, reconoció ayer que con «la inspección de trabajo y otros temas que hay sobre la mesa no hay pegas por parte del Gobierno para se traspasen». El entendimiento sobre las políticas activas de empleo tampoco parece lejano y, según fuentes cercanas a los contactos, el 'lehendakari' Patxi López, pese a su discurso reivindicativo de su papel institucional, no va a ser un obstáculo insalvable aunque habrá que preservar su posición de jefe del Ejecutivo vasco.
Las negociaciones llegarán a buen puerto, afirman fuentes del PSOE, porque el Gobierno tiene mucho que perder, pero el PNV también si es que fracasan y hay un adelanto electoral. Los nacionalistas vascos tendrían en el alero la aprobación de las cuentas del próximo año en las diputaciones vascas que gobiernan y una campaña electoral nacional perjudicaría sus expectativas en las elecciones forales y municipales de mayo próximo porque polarizaría al electorado entre socialistas y populares.
Un veterano diputado socialista sostiene que la mejor fórmula para tejer acuerdos con el PNV es «el cariño», que es lo que no ha dado el Gobierno a los nacionalistas vascos en esta legislatura pues ha ignorado casi todos sus planteamientos. Un acuerdo presupuestario, prosigue el mismo parlamentario, tiene que ir seguido de pactos en otras áreas económicas para que comprueben que CiU no es el único referente para el Ejecutivo, que también el PNV es tenido en cuenta por su sentido de Estado.
Los nacionalistas catalanes, entretanto, mantienen su presión sobre el partido de Urkullu para que no apoyen los Presupuestos. Ayer fue el portavoz de CiU en el Parlament, Oriol Pujol, el que apretó las tuerzas y advirtió al PNV de que Zapatero «no es de fiar» por sus «falsas promesas y engaños reiterados».
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