Tres mujeres rescatan la historia del teatro de Los Alcázares en un libro presentado ante 200 personas
14.12.09 - 00:22 -
ALEXIA SALAS/ La Verdad
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ALEXIA SALAS/ La Verdad
Años de libreto y guardarropía, de ensayos nocturnos y declamaciones sobre decorados de cartón. Los años de la afición irredenta al teatro, que fueron muchos, al menos desde mediados del siglo XIX, por varias generaciones de alcazareños que encontraron en la representación una vida cultural cuando poco más había. Cuando, por faltar, hasta escaseaba la olla. Por eso tal vez cobraban vida excepcional los sainetes de Arniches, las comedias de los Álvarez Quintero o las dramáticas de Casona. Tres mujeres de Los Alcázares, Rosa del Carmen Albaladejo (presidenta de las amas de casa), y las maestras Francisca Alcaráz Marín y Tomi Ramón Marín, han rescatado en un libro parte de la historia del teatro local.
«Si no, todo hubiera caído en el olvido y parecería que nunca existió», dicen en la introducción de esta memoria, que servirá de recuerdo de juventud a aquellos actores y actrices, apuntadoras, directores y atrecistas que fueron. Muchos de ellos acudieron ayer a la presentación del libro en el patio del hotel balneario La Encarnación, donde se veía ya desde 1904 lo más moderno del país en cafés cantante.
Más de 200 vecinos aplaudieron la iniciativa y a los supervivientes de aquellas funciones en el cine teatro Carthago, en el Café de la Feria, en las iglesias o en la base aérea. Corralas en las que el público debía llevarse su propia silla, como en La Jarapa, pero que recreaban la magia del teatro bajo la dirección de Coloma, Antonio Menárguez (primer alcalde), Pascual Verdú, Francisco Lucas, José Carrasco o Cecilio Cervera como primeros directores. Cogieron la batuta después Urbano Olmos, el sargento Ricardo García, Antonio Albaladejo, su hermana Rosa del Carmen (coautora del libro), Aurora Martínez y José Manuel Peñalver.
«Métete, que l'as cagao»
El mérito de las autoras -además de la exhaustiva recopilación de datos, fechas e imágenes- radica tembién en el detallismo de la anécdota. Cuentan, entre miles de historias, que un actor se confundió al decir su única frase en la representación en diciembre de 1940 en el teatro Carthago y el aspirante a galán reprodujo en alta voz la frase que su director le susurró como una orden: «Métete que l'as cagao».
Este puntillismo en la recogida de sucesos se recoge tras un año de investigación tras los telones que se alzaron en Los Alcázares. Muchos de los artistas encuentran en el libro su reconocimiento, incluso la primera mujer apuntadora del pueblo, Josefa Veracruz del Cerro, a la que siguieron muchas que ayer recibieron aplausos. Recortes de La Verdad y El Liberal, carteles de fines de fiesta en La Encarnación, entradas para el Carthago, la obra rezuma historia y nostalgia. La recaudación del libro tendrá un fin benéfico.
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