Miles de temporeros que viven explotados y en condiciones inhumanas causan disturbios en las calles de Rosarno.- La revuelta estalló por los disparos de dos vecinos locales a dos trabajadores
MIGUEL MORA - Roma - 08/01/2010
MIGUEL MORA - Roma - 08/01/2010
El País.com Varios centenares de inmigrantes africanos, jóvenes temporeros contratados por los agricultores locales para recoger naranjas y mandarinas, llevan 18 horas de revuelta en Rosarno (Calabria). La rebelión comenzó el jueves al caer la tarde, después de que dos temporeros -un nigeriano sin documentos y un refugiado político originario de Togo- resultaran heridos leves por los disparos de una pistola de aire comprimido realizados por dos vecinos sin motivo aparente. El balance provisional es de 34 heridos, ocho detenidos y varios contusionados. Esta tarde dos inmigrantes africanos han sido ingresados en el hospital al ser tiroteados en las piernas.
La rica zona agrícola de la Piana (llanura) de Rosarno, al norte de Reggio Calabria, está dominada por empresas vinculadas a la 'Ndrangheta, la poderosa mafia local. Los cerca de 3.000 trabajadores que se calcula están ahora en la región viven en condiciones inhumanas, en silos o fábricas abandonadas, sin baños ni camas, y son reclutados por los capataces de las 'ndrine, las bandas mafiosas que poseen la tierra.
Los caporales locales eligen a los trabajadores más fuertes al amanecer, como si fuera un mercado de ganado, según cuenta un reportaje de La Repubblica. El jornal es de 20 euros diarios, y la jornada dura entre 12 y 14 horas. Los elegidos deben además pagar un pizzo (comisión) de cinco euros a quienes les reclutan.
Los temporeros proceden, en su mayor parte, de África central y del Magreb, y casi todos han llegado a Italia en barcones a través de la isla siciliana de Lampedusa. Ghana, Senegal, Togo, Sudán, Marruecos, Costa de Marfil, Mauritania, Nigeria, Congo... Desde principios de los años noventa, los miserables recorren las regiones del sur de la bota, de Sicilia a Puglia, Calabria y Campania, siguiendo las temporadas de las cosechas.
Hace dos años, ya se produjeron incidentes similares en Rosarno, y poco después, en Castelvolturno (Campania), grupos de inmigrantes africanos se enfrentaron a la Camorra tras el asesinato a tiros de varios compañeros.
Sigue la tensión
El jueves, la rabia de los desheredados explotó tras el ataque de dos italianos armados con pistolas de aire comprimido. Los temporeros marcharon por la carretera que une los campos de naranjas con el pueblo, voltearon coches, quemaron contenedores de basura y atacaron con palos y piedras a algunos vehículos.
Hoy, la tensión sigue siendo muy alta. Los vecinos calabreses han pasado al contraataque y han intentado linchar a algunos trabajadores que marchaban hacia el ayuntamiento para pedir al alcalde mejores condiciones de vida y el fin de la violencia.
"Necesitamos protección", ha dicho Siski, un inmigrante de 25 años, "porque sufrimos continuamente actos de violencia racista".
Unos 300 policías antidisturbios, llegados de ciudades cercanas, intentan evitar los choques entre unos 700 inmigrantes y unos 300 vecinos. Entre los heridos, 14 pertenecen a la comunidad inmigrante y 18 a las fuerzas del orden. Un ciudadano local, Giuseppe Bono, de 38 años, ha sido detenido por intentar atacar a los africanos con un tractor. Jóvenes locales, preparados para la guerrilla, permanecen apostados en el centro del pueblo.
Las televisiones han contado que en las calles de Rosarno se vive un clima de "caza al negro". Todas las tiendas están cerradas, ha habido disparos al aire y varios periodistas llegados al lugar han sido atacados por vecinos que no querían testigos. La vendetta ha estallado después de que se extendiera el falso rumor de que una mujer supuestamente agredida por los africanos estaba embarazada y había perdido el niño.
Críticas y condenas
El ministro del Interior, Roberto Maroni, ha comentado lo ocurrido afirmando que "Italia ha sido demasiado tolerante con la inmigración clandestina en los últimos años". "En Rosarno", ha explicado, "se vive una situación difícil como en otros sitios, porque en todos estos años se ha tolerado, sin hacer nada eficaz, una inmigración clandestina que ha alimentado por una parte la criminalidad y por otra ha generado una situación de fuerte degradación".
El comentario del dirigente de la Liga del Norte ha sido censurado por el líder de la oposición, Pierluigi Bersani, pero la crítica más ácida ha surgido dentro de la mayoría. La revista Ffmagazine, cercana a la Fundación Farefuturo, de Gianfranco Fini, ha afirmado: "En Italia existe la esclavitud, y un Estado cívico, moderno y democrático no puede tolerar que miles de personas vivan en la indigencia más absoluta".
La Conferencia Episcopal Italiana ha condenado "los actos de violencia y la situación de extrema dificultad que viven los inmigrantes, sin ayuda ni humana ni económica". El episodio representa un "signo de intolerancia y de degradación humana", ha señalado Bruno Schettino, presidente de la comisión episcopal para las Migraciones.
La rica zona agrícola de la Piana (llanura) de Rosarno, al norte de Reggio Calabria, está dominada por empresas vinculadas a la 'Ndrangheta, la poderosa mafia local. Los cerca de 3.000 trabajadores que se calcula están ahora en la región viven en condiciones inhumanas, en silos o fábricas abandonadas, sin baños ni camas, y son reclutados por los capataces de las 'ndrine, las bandas mafiosas que poseen la tierra.
Los caporales locales eligen a los trabajadores más fuertes al amanecer, como si fuera un mercado de ganado, según cuenta un reportaje de La Repubblica. El jornal es de 20 euros diarios, y la jornada dura entre 12 y 14 horas. Los elegidos deben además pagar un pizzo (comisión) de cinco euros a quienes les reclutan.
Los temporeros proceden, en su mayor parte, de África central y del Magreb, y casi todos han llegado a Italia en barcones a través de la isla siciliana de Lampedusa. Ghana, Senegal, Togo, Sudán, Marruecos, Costa de Marfil, Mauritania, Nigeria, Congo... Desde principios de los años noventa, los miserables recorren las regiones del sur de la bota, de Sicilia a Puglia, Calabria y Campania, siguiendo las temporadas de las cosechas.
Hace dos años, ya se produjeron incidentes similares en Rosarno, y poco después, en Castelvolturno (Campania), grupos de inmigrantes africanos se enfrentaron a la Camorra tras el asesinato a tiros de varios compañeros.
Sigue la tensión
El jueves, la rabia de los desheredados explotó tras el ataque de dos italianos armados con pistolas de aire comprimido. Los temporeros marcharon por la carretera que une los campos de naranjas con el pueblo, voltearon coches, quemaron contenedores de basura y atacaron con palos y piedras a algunos vehículos.
Hoy, la tensión sigue siendo muy alta. Los vecinos calabreses han pasado al contraataque y han intentado linchar a algunos trabajadores que marchaban hacia el ayuntamiento para pedir al alcalde mejores condiciones de vida y el fin de la violencia.
"Necesitamos protección", ha dicho Siski, un inmigrante de 25 años, "porque sufrimos continuamente actos de violencia racista".
Unos 300 policías antidisturbios, llegados de ciudades cercanas, intentan evitar los choques entre unos 700 inmigrantes y unos 300 vecinos. Entre los heridos, 14 pertenecen a la comunidad inmigrante y 18 a las fuerzas del orden. Un ciudadano local, Giuseppe Bono, de 38 años, ha sido detenido por intentar atacar a los africanos con un tractor. Jóvenes locales, preparados para la guerrilla, permanecen apostados en el centro del pueblo.
Las televisiones han contado que en las calles de Rosarno se vive un clima de "caza al negro". Todas las tiendas están cerradas, ha habido disparos al aire y varios periodistas llegados al lugar han sido atacados por vecinos que no querían testigos. La vendetta ha estallado después de que se extendiera el falso rumor de que una mujer supuestamente agredida por los africanos estaba embarazada y había perdido el niño.
Críticas y condenas
El ministro del Interior, Roberto Maroni, ha comentado lo ocurrido afirmando que "Italia ha sido demasiado tolerante con la inmigración clandestina en los últimos años". "En Rosarno", ha explicado, "se vive una situación difícil como en otros sitios, porque en todos estos años se ha tolerado, sin hacer nada eficaz, una inmigración clandestina que ha alimentado por una parte la criminalidad y por otra ha generado una situación de fuerte degradación".
El comentario del dirigente de la Liga del Norte ha sido censurado por el líder de la oposición, Pierluigi Bersani, pero la crítica más ácida ha surgido dentro de la mayoría. La revista Ffmagazine, cercana a la Fundación Farefuturo, de Gianfranco Fini, ha afirmado: "En Italia existe la esclavitud, y un Estado cívico, moderno y democrático no puede tolerar que miles de personas vivan en la indigencia más absoluta".
La Conferencia Episcopal Italiana ha condenado "los actos de violencia y la situación de extrema dificultad que viven los inmigrantes, sin ayuda ni humana ni económica". El episodio representa un "signo de intolerancia y de degradación humana", ha señalado Bruno Schettino, presidente de la comisión episcopal para las Migraciones.
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