04.01.10 - 00:25 -
MIGUEL RUBIO mrubio@laverdad.es MURCIA.
MIGUEL RUBIO mrubio@laverdad.es MURCIA.
Con la cotización de los metales al alza (sólo a lo largo de 2009 los precios de zinc, plomo y cobre se han duplicado), ¿ha llegado el momento de un renacer de la minería en la Región de Murcia? La Consejería de Empresa admite que la actividad industrial en los cotos abandonados «podría ser rentable», si bien al registro de la Dirección General de Minas no ha llegado de momento proyecto alguno. Ni se espera «a corto o medio plazo» una iniciativa empresarial de estas características. Eso sí, el clima es ahora más favorable, por la demanda de los países emergentes y porque en tiempo de crisis los metales preciosos figuran como valores seguros para los inversores. También juega a su favor la necesidad de encontrar nuevos sectores que absorban las altas cifras de desempleo por las 'vacas flacas' en la construcción.
Más de mil concesiones mineras aún están «en vigor administrativo» en la Región. La mayoría datan de la segunda mitad del siglo XIX, cuando los distritos de Mazarrón y Cartagena vivieron una segunda fiebre minera, y, aunque no han caducado, su vigencia presenta dudas. «Es papel mojado», describe un portavoz de la Dirección General de Minas. «En la práctica resulta complicado reanudar las extracciones. Hay que presentar un proyecto de explotación, y requiere de un informe de impacto ambiental», añade. Quedan además otros dos escollos, si cabe mayores: las potentes inversiones que requiere la minería y el rechazo social que aún despierta este sector.
El ingeniero de minas Manuel Morales ve otra dificultad más: «La legislación es muy exigente a la hora de buscar yacimientos». Este experto en mineralogía mantiene que los filones de la Región no están agotados y que el negocio aún es rentable. «Pero se necesita el apoyo de la Administración; hay que cambiar la normativa para favorecer que las empresas inviertan», afirma.
El negocio minero requiere también de una buena dosis de paciencia, nada que ver con las ganancias rápidas que llevaba aparejado el 'boom' inmobiliario. «Desde que se descubre el filón hasta que comienza la explotación pueden transcurrir ocho años», indica Morales. Ha ocurrido, por ejemplo, en dos de los yacimientos metálicos recientes más importantes de Europa occidental, ambos en España: uno de cobre en Sevilla y otro de níquel y plomo en Badajoz.
La Región de Murcia aún atesora en sus entrañas hierro, zinc, plomo, plata, magnesio, estaño y azufre. Esta variedad en metales se debe a los afloramientos de rocas volcánicas; y el mineral se extiende desde Cehegín, en el Noroeste, hasta Santomera, en la huerta de Murcia. Eso sí, los distritos históricos se localizan en el eje de las estribaciones montañosas en la franja costera entre Águilas y La Unión. Y las posibilidades no están agotadas. Por ejemplo, el ingeniero Manuel Morales advierte de que en el límite entre Mazarrón y Águilas «aún está pendiente de realizar un estudio en profundidad», que probablemente arrojaría sorpresas. En la sierra de Cartagena-La Unión los últimos estudios apuntaban la existencia de zinc, plomo y plata para al menos una década de trabajos.
La minería metálica echó el cierre en la Región en 1991. Cuatro años después hubo un intento de recuperar esta actividad. Fue en Mazarrón. La empresa irlandesa Navan presentó un proyecto para extraer zinc en el cerro de Los Perules. Sería a cielo abierto, para lo que era necesario abrir un cráter de 500 metros cuadrados.
El 'fracaso' de Navan
Mariano Guillén, ingeniero de minas y cronista oficial de Mazarrón, recuerda que el rechazo al proyecto por parte del pueblo fue frontal. La empresa iba a crear cien empleos directos, pero por entonces el trabajo no faltaba en la localidad gracias a las extensas plantaciones de tomate y a la construcción en la playa. «Era incompatible la explotación de las minas y la conservación del patrimonio histórico que atesora este coto. Además, el cerro de Los Perules está a solo un kilómetro del centro de la población, y por supuesto iba a causar molestias a los ciudadanos», señala el cronista.
La oposición se mantiene quince años después. El alcalde mazarronero, Francisco Blaya (PP), apuesta porque en el coto minero abandonado se levante un parque temático, aprovechando el paisaje de castilletes, chimeneas, pozos y lavaderos. El objetivo del Ayuntamiento es conseguir la propiedad y la concesión minera «de manera que nunca más nadie pueda iniciar ningún tipo de actividad relacionada con la explotación, que podría perjudicar al núcleo urbano desde el punto de vista ambiental y sanitario». Así de tajante.
Bienes culturales
De los tres cotos mineros que tiene Mazarrón, dos de ellos (San Cristóbal-Los Perules y el Coto Fortuna) ya están protegidos por la Consejería de Cultura como sitios históricos, y el tercero (las Pedreras Viejas) va por el mismo camino.
Esa declaración como bien cultural representa una dificultad añadida en el caso de decidirse una reapertura de las explotaciones. Aunque el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas, Virgilio Bermejo, no ve tantas pegas. «Es perfectamente compatible la conservación de determinados bienes de la antigua minería metálica con futuras explotaciones, ya que normalmente se trata de elementos aislados de poca extensión».
En 2008, antes de que la crisis estallara, la minería suponía el 10% del empleo del sector industrial y representaba el 1,8% del Producto Interior Bruto (PIB) regional. Unos datos económicos que podrían cambiar si a la Región vuelve a subirle la fiebre minera.
Más de mil concesiones mineras aún están «en vigor administrativo» en la Región. La mayoría datan de la segunda mitad del siglo XIX, cuando los distritos de Mazarrón y Cartagena vivieron una segunda fiebre minera, y, aunque no han caducado, su vigencia presenta dudas. «Es papel mojado», describe un portavoz de la Dirección General de Minas. «En la práctica resulta complicado reanudar las extracciones. Hay que presentar un proyecto de explotación, y requiere de un informe de impacto ambiental», añade. Quedan además otros dos escollos, si cabe mayores: las potentes inversiones que requiere la minería y el rechazo social que aún despierta este sector.
El ingeniero de minas Manuel Morales ve otra dificultad más: «La legislación es muy exigente a la hora de buscar yacimientos». Este experto en mineralogía mantiene que los filones de la Región no están agotados y que el negocio aún es rentable. «Pero se necesita el apoyo de la Administración; hay que cambiar la normativa para favorecer que las empresas inviertan», afirma.
El negocio minero requiere también de una buena dosis de paciencia, nada que ver con las ganancias rápidas que llevaba aparejado el 'boom' inmobiliario. «Desde que se descubre el filón hasta que comienza la explotación pueden transcurrir ocho años», indica Morales. Ha ocurrido, por ejemplo, en dos de los yacimientos metálicos recientes más importantes de Europa occidental, ambos en España: uno de cobre en Sevilla y otro de níquel y plomo en Badajoz.
La Región de Murcia aún atesora en sus entrañas hierro, zinc, plomo, plata, magnesio, estaño y azufre. Esta variedad en metales se debe a los afloramientos de rocas volcánicas; y el mineral se extiende desde Cehegín, en el Noroeste, hasta Santomera, en la huerta de Murcia. Eso sí, los distritos históricos se localizan en el eje de las estribaciones montañosas en la franja costera entre Águilas y La Unión. Y las posibilidades no están agotadas. Por ejemplo, el ingeniero Manuel Morales advierte de que en el límite entre Mazarrón y Águilas «aún está pendiente de realizar un estudio en profundidad», que probablemente arrojaría sorpresas. En la sierra de Cartagena-La Unión los últimos estudios apuntaban la existencia de zinc, plomo y plata para al menos una década de trabajos.
La minería metálica echó el cierre en la Región en 1991. Cuatro años después hubo un intento de recuperar esta actividad. Fue en Mazarrón. La empresa irlandesa Navan presentó un proyecto para extraer zinc en el cerro de Los Perules. Sería a cielo abierto, para lo que era necesario abrir un cráter de 500 metros cuadrados.
El 'fracaso' de Navan
Mariano Guillén, ingeniero de minas y cronista oficial de Mazarrón, recuerda que el rechazo al proyecto por parte del pueblo fue frontal. La empresa iba a crear cien empleos directos, pero por entonces el trabajo no faltaba en la localidad gracias a las extensas plantaciones de tomate y a la construcción en la playa. «Era incompatible la explotación de las minas y la conservación del patrimonio histórico que atesora este coto. Además, el cerro de Los Perules está a solo un kilómetro del centro de la población, y por supuesto iba a causar molestias a los ciudadanos», señala el cronista.
La oposición se mantiene quince años después. El alcalde mazarronero, Francisco Blaya (PP), apuesta porque en el coto minero abandonado se levante un parque temático, aprovechando el paisaje de castilletes, chimeneas, pozos y lavaderos. El objetivo del Ayuntamiento es conseguir la propiedad y la concesión minera «de manera que nunca más nadie pueda iniciar ningún tipo de actividad relacionada con la explotación, que podría perjudicar al núcleo urbano desde el punto de vista ambiental y sanitario». Así de tajante.
Bienes culturales
De los tres cotos mineros que tiene Mazarrón, dos de ellos (San Cristóbal-Los Perules y el Coto Fortuna) ya están protegidos por la Consejería de Cultura como sitios históricos, y el tercero (las Pedreras Viejas) va por el mismo camino.
Esa declaración como bien cultural representa una dificultad añadida en el caso de decidirse una reapertura de las explotaciones. Aunque el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas, Virgilio Bermejo, no ve tantas pegas. «Es perfectamente compatible la conservación de determinados bienes de la antigua minería metálica con futuras explotaciones, ya que normalmente se trata de elementos aislados de poca extensión».
En 2008, antes de que la crisis estallara, la minería suponía el 10% del empleo del sector industrial y representaba el 1,8% del Producto Interior Bruto (PIB) regional. Unos datos económicos que podrían cambiar si a la Región vuelve a subirle la fiebre minera.
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