Morente.
Eurovillas VI.
Residencial
Nuevo Principado.
No hablo solo del producto que se ha impuesto
durante los últimos años, una hoja DIN A4 con dos tercios del espacio destinado
al mensaje/anuncio y una hilera de trocitos para desprender, con el teléfono de
turno, sino de auténticos anuncios elaborados por profesionales para bares,
restaurantes y servicios, en madera o cartón plástico a todo color, colocados a
cierta altura, fuera del alcance la mano. También me refiero a esa plaga que
invade las ciudades: las pegatinas.
Un puñado de gestores que, a nivel nacional, operan con censos de
profesionales y publicitan números de teléfono móvil a los que podemos
dirigirnos para requerir los servicios de fontaneros, cerrajeros,
electricistas, antenistas y un largo etcétera. Atienden la llamada que demanda
un servicio y la derivan a su contacto más próximo. En algunos casos,
profesionales locales se suman a este tipo de publicidad. Hasta ahí, casi nada
que cuestionar. A partir de ahí nadie puede colocar en fachada, puerta o
ventana ajena una pegatina que ensucia y que, en muchos casos, al retirarla
deja señal o levanta la pintura.
Todo esto puede mejorar. La imagen debe ser
otra. En todos los casos comentados hay un teléfono a la vista. Para que la actuación
no vuelva a repetirse hay que llamar a dicho teléfono, recriminar al titular,
advertirle para el futuro y, si reincide, sancionarle en los términos previstos
por la normativa. Así de fácil. Tan sencillo como conseguir que el mobiliario
hostelero (incluso carritos de supermercado y bolsas de basura) no se apile día
tras día, todos los días, en calles plazas y paseos: si el propietario no los
retira de la vista, que lo hagan los empleados del Ayuntamiento y los lleven al
depósito municipal. Los alcazareños de hecho, de derecho o de paso, merecen
otra imagen. La mejor imagen urbana.
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