El agua supera este verano los 26 grados en superficie, uno más que la media de los últimos 14 años en Cabo de Palos
01.09.10 - 00:31 -
JOSÉ ALBERTO GONZÁLEZ jagonzalez@laverdad.es CARTAGENA.
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JOSÉ ALBERTO GONZÁLEZ jagonzalez@laverdad.es CARTAGENA.
Una bomba de calor de consecuencias impredecibles. En eso se ha convertido este verano el mar en la zona de Cabo de Palos, ya que el fuerte calor ha hecho que el agua alcance una temperatura de un grado más que la media de los últimos catorce años. Que, según los datos del Instituto Español de Oceanografía (IEO), el Mediterráneo haya llegado a al menos a los veintiséis grados al nivel de superficie en esa y otras zonas de la costa española dispara el riesgo de que la Región de Murcia y todo el Levante sufran hasta mediados de noviembre episodios de lluvias torrenciales más frecuentes y violentas, lo que incluye la temible y temida 'gota fría'.
«Además de la temperatura del mar, a la hora de analizar la situación y establecer posibles escenarios de futuro hay que tener en cuenta muchos otros factores. Pero no hay duda de que cuanto más se caliente el mar durante el verano, más aumenta la potencialidad de fenómenos peligrosos de lluvia durante el otoño», aseguró ayer a 'La Verdad' el experto del Centro Meteorológico de Murcia Juan Andrés García.
La explicación es sencilla: al evaporarse desde finales de agosto hasta mediados de noviembre, el agua que está en las capas superficiales del mar aporta más humedad a la atmósfera cuanto más caliente está. Y cuando esa masa cálida choca con aire frío llegado desde las capas altas de la atmósfera, forma nubes de gran densidad que descargan mucha agua normalmente en periodos de tiempo muy cortos. Algo similar ocurrió en Águilas, Lorca y Mazarrón a mitad de agosto.
Aunque en el caso de la costa murciana hay que sumarle la incidencia del Mar Menor (cuyos datos sobre este verano aún no están disponibles), en el IEO señalan que la situación de Cabo de Palos es un referente claro del calentamiento que sufre el Mediterráneo español desde principios del siglo XX y, sobre todo, desde finales de la década de 1970. El termómetro ha subido 0,8 grados de media, si bien desde 1990 el fenómeno se ha acelerado en buena medida por los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, sobre todo de dióxido de carbono (CO2).
De diez a seiscientos metros
Así lo atestiguan las cerca de ochenta estaciones medidoras que el IEO tiene desde el Estrecho de Gibraltar a la costa catalana, y cinco de las cuales están en el área de Cabo de Palos. A profundidades de diez a 600 metros (desde la plataforma continental hasta el talud), los expertos miden la evolución de parámetros como la temperatura, salinidad, el fitoplancton, el zooplancton, el oxígeno o los nutrientes. Su objetivo es hallar anomalías y cambios significativos a lo largo del tiempo.
El investigador del IEO Manuel Vargas se mostró cauto sobre el impacto del cambio climático en la temperatura marina, y acerca de la relación causa-efecto entre esta última y la frecuencia e intensidad de las lluvias agresivas.
Responsable del Grupo de Cambio Climático del Instituto de Oceanografía Español en Málaga, considera que aún hay que realizar muchos estudios científicos, pero llamó la atención sobre la mayor frecuencia de fenómenos extremos en la naturaleza en los últimos años.
Vargas ilustró su postura de forma muy gráfica y amena: «Si a usted hay bañistas de La Manga que le han comentado que este verano han notado el agua más caliente que otros años no es sólo un tema de percepción subjetiva. Es un hecho científico que estamos constatando. Como no soy meteorólogo, yo no me atrevo a hablar de las implicaciones que el calentamiento del mar puede tener en las lluvias torrenciales del otoño, pero yo abogo por hacer prevalecer el principio de precaución. Es decir, que seamos prudentes en nuestra relación con la naturaleza en cuanto a la ocupación del territorio, las emisiones de CO2... El otro día un amigo me hizo reflexionar con esta frase: 'A bicho que no conoces, no le pises el rabo'».
La atmósfera, «alterada»
En un análisis similar, desde las instalaciones del Instituto Español de Meteorología en la pedanía murciana de Guadalupe, Juan Andrés García recurrió a ejemplos de fenómenos extremos de este verano en todo el mundo: «Ha habido grandes incendios en Rusia, las lluvias del Monzón anegan Pakistán, ha habido inundaciones e incendios por la sequía en Brasil, olas de frío en Argentina y Chile... No sabemos qué ocurrirá este otoño en Murcia, pero lo cierto es que la atmósfera está bastante alterada».
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