La Verdad
Más de tres mil peregrinos recorren los 30 kilómetros de la romería bajo un sol abrasador
Sobre las doce y media de la mañana, desde La Aparecida ya se veía a lo lejos la comitiva de carros, carretas, caballos, camiones y tractores que llegaban desde Cartagena. Era la primera parada del cortejo de la Romería de San Ginés de la Jara. Conforme se acercaban se podía oír los pasodobles, charangas, sevillanas y el repiqueo de los caballos en el asfalto. Más de tres mil peregrinos hicieron los treinta kilómetros de recorrido por las diputaciones, bajo un sol de justicia, sofocado con rebujito, cerveza fría y coloridos abanicos.
Comenzó, como marca la tradición, en la Iglesia de la Caridad donde se celebró una misa y una ofrenda floral. Tras recorrer varias calles del centro la caravana cogió rumbo al campo.
Conforme la mañana iba pasando y los pueblos quedaban tras la ruidosa estela que dejaba la comitiva festera, más romeros se unían a la comitiva. «Este año hay más que nunca. Han venido de muchas diputaciones e incluso de Murcia y Córdoba», contaba sofocado por el calor el presidente de la hermandad, Andrés García.
Al salir de La Aparecida, el número de carretas era el doble del que había iniciado el camino. Rumbo a la diputación unionense de Roche se dirigían al son de la música que traían las engalanadas carretas esperando degustar el arroz que se ofreció en la explanad de Los Dolores.
Tras llenar bien el estómago, los romeros se dirigieron a Los Camachos, donde intentaron aliviarse del calor con granizados de horchata, limón y menta. De allí a La Unión, para disfrutar de un pequeño descanso. Para terminar en la explanada del Cartagonova con una gran verbena.
Más de tres mil peregrinos recorren los 30 kilómetros de la romería bajo un sol abrasador
Sobre las doce y media de la mañana, desde La Aparecida ya se veía a lo lejos la comitiva de carros, carretas, caballos, camiones y tractores que llegaban desde Cartagena. Era la primera parada del cortejo de la Romería de San Ginés de la Jara. Conforme se acercaban se podía oír los pasodobles, charangas, sevillanas y el repiqueo de los caballos en el asfalto. Más de tres mil peregrinos hicieron los treinta kilómetros de recorrido por las diputaciones, bajo un sol de justicia, sofocado con rebujito, cerveza fría y coloridos abanicos.
Comenzó, como marca la tradición, en la Iglesia de la Caridad donde se celebró una misa y una ofrenda floral. Tras recorrer varias calles del centro la caravana cogió rumbo al campo.
Conforme la mañana iba pasando y los pueblos quedaban tras la ruidosa estela que dejaba la comitiva festera, más romeros se unían a la comitiva. «Este año hay más que nunca. Han venido de muchas diputaciones e incluso de Murcia y Córdoba», contaba sofocado por el calor el presidente de la hermandad, Andrés García.
Al salir de La Aparecida, el número de carretas era el doble del que había iniciado el camino. Rumbo a la diputación unionense de Roche se dirigían al son de la música que traían las engalanadas carretas esperando degustar el arroz que se ofreció en la explanad de Los Dolores.
Tras llenar bien el estómago, los romeros se dirigieron a Los Camachos, donde intentaron aliviarse del calor con granizados de horchata, limón y menta. De allí a La Unión, para disfrutar de un pequeño descanso. Para terminar en la explanada del Cartagonova con una gran verbena.
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