sábado, 14 de noviembre de 2009

Las patadas de Argentina no pueden con el fútbol de España

ÓSCAR GARCÍA 14/11/2009
Desde que España ganó la Eurocopa, donde convirtió en dulces sueños lo que en su tiempo fueron las pesadillas de Italia y Alemania, había mucho interés, hasta impaciencia y ansiedad se podía decir, por ver a la Selección medirse a otros dos reyes del fútbol mundial, Brasil y Argentina. Una mala tarde contra Estados Unidos impidió a la Selección enfrentarse a Brasil en la Copa Confederaciones. Habrá que esperar hasta el Mundial. La oportunidad de jugar contra Argentina ha llegado con la excusa de festejar un centenario dudoso (el de la Federación) y otro muy real (el de Casillas).
El duelo fue una prueba de madurez y mientras se jugó al fútbol se vio una lección de España a Argentina. De la selección que mejor juega en el mundo a un grupo de jugadores que no forman un equipo y que no tuvieron más argumento que la violencia para frenar a España. En definitiva, una lección de un buen entrenador, como Vicente del Bosque, a quien fuera uno de los mejores futbolistas de la historia, Diego Maradona, pero cuyo nivel como técnico está muy lejos del mito que fue como jugador. El nivel de Maradona como entrenador es tan discreto como el del combinado que dirige. El 2-1 final no reflejó la diferencia real que existe entre las dos selecciones. España quiso jugar al fútbol y mereció ganar desde el principio hasta el final, pero no contaba con que para ello debía superar la actuación del inepto árbitro irlandés Allan Kelly, que no señaló tres claros penaltis a favor de la Selección y permitió una dureza tan excesiva como incomprensible de Argentina, que por un momento echó a España del partido a base de patadas. Los dos goles de Xabi Alonso, el segundo de penalti, recompensaron el mejor juego de España.
La selección española es un espectáculo, una gozada, una maravilla que debemos cuidar y disfrutar. Porque cuando España juega sólo queda sentarse y disfrutar. España fue fiel a su filosofía y propuso un juego de toque, de combinaciones rápidas y precisas, horizontal cuando se trata de generar los espacios y vertical y directo cuando abre una vía de agua en la defensa rival. Para contrarrestar este vendaval de fútbol, Argentina, que apenas tiene juego y sólo asusta al contragolpe, se afiló los tacos y como era incapaz de encontrar el balón se puso a buscar los tobillos de los españoles. Y en esta actividad subterránea encontraron su espacio para hacerse notar Heinze y Gago, imposibilitado genéticamente el primero para jugar al fútbol y convertido en un espectro de lo que una vez apuntó el segundo. La víctima favorita de Gago fue Xabi Alonso, su compañero y quien le ha quitado el puesto que una vez fue suyo en el Real Madrid.
Sorprendió Del Bosque en su alineación, al dejar en el banquillo a Cesc y situar como mediocentro a Busquets. Xavi y Xabi Alonso le acompañaron a derecha e izquierda y por delante de ellos aparecieron Silva, en el costado derecho, Iniesta en la banda contraria y Villa como delantero centro. Lo que surgió de ahí fue un fútbol de alta escuela, calidad como ninguna otra selección en el mundo es capaz de ofrecer ahora. Luego en el Mundial podrá suceder cualquier cosa, pero ese examen será en junio. De momento toca disfrutar. Ya llegará el momento de angustiarse, si es que llega.
España ya dejó claras sus intenciones desde el inicio y a los cinco minutos mandó un claro aviso a Argentina, incapaz de desactivar un jugadón de toque y precisión. Fue un aperitivo de lo que se vio en la siguiente media hora. España pasó por encima de Argentina, a la que pegó un baile espectacular, que sólo acabó cuando los españoles pisaron el freno para evitar las patadas de los argentinos. Fue una cuestión de prudencia más que de carácter, pero el caso es que tanta patada, tanta violencia terminó echando a España del encuentro.
Antes de que eso sucediera, la Selección trasladó su dominio del juego al marcador a los 15 minutos. Jugada espectacular de España, que llegó tocando hasta el borde del área. Allí Villa combinó con Silva y el disparo de éste fue rechazado por Romero para que Xabi Alonso, entrando desde atrás, marcara. Continuó exhibiéndose España tras el gol y siguió sin enterarse de nada Argentina, a la que el árbitro perdonó a la media hora un penalti de Coloccini, que despejó con las manos un tiro de Villa. Ahí comenzó el show del irlandés.
En Argentina lo intentó Messi en alguna acción aislada, pero quienes de verdad asustaron fueron Higuaín y, ya cerca del descanso, Di María, en un contragolpe rapidísimo, ejemplar, pero que no supo culminar cuando se vio ante Casillas. No se descompuso España y pese a que ya había bajado el ritmo, pudo irse al descanso con una ventaja mayor si Kelly hubiera señalado penalti en un derribo de Demichelis a Villa.
El paso por los vestuarios no le sentó nada bien a España, que salió dormida y permitió a Argentina acercarse a Casillas más de lo que lo hizo en todo el primer tiempo. Con España fuera de un partido que ya se jugaba a un ritmo bajísimo, que en nada le interesaba, Higuaín perdonó el empate cerca de la hora de juego. Sin tiempo para lamentarse, Maradona premió a Higuaín, que había sido el delantero más peligroso de la albiceleste, sustituyéndole por Tévez.
Llegó después el tercer penalti no pitado a favor de España, cometido de nuevo por Demicheles, esta vez sobre Iniesta. En la continuación de la jugada, Albiol, que había sustituido en el descanso a Puyol, derribó a Maxi dentro del área y el penalti lo transformó Messi. Pocas veces el fútbol es tan injusto.
Del Bosque quiso reactivar a la Selección con la entrada de Cesc por Xavi y Negredo por Silva. España despertó, volvió a tener el balón y rozó el segundo gol en un remate de cabeza de Sergio Ramos que salió algo desviado. Llegó después el momento del debutante Jesús Navas y de Mata, que ocuparon el sitio de un exhausto Iniesta, que volvió a rendir a un nivel excepcional, y de Villa. No quiso ser menos Maradona y también él dio la alternativa a otro debutante, el sevillista Perotti.
En medio de este carrusel de cambios, España encontró la recompensa a su juego y Argentina el castigo a sus patadas. Demichelis quiso aprovechar la barra libre, pagaba el árbitro, y se atrevió a cometer su tercer penalti y el cuarto de Argentina. A Kelly le debió dar vergüenza y éste sí lo pitó. Xabi Alonso lo transformó de forma impecable y aseguró una victoria que sólo mereció y sólo buscó España.
Encontró tiempo Del Bosque para que el público que acudió al Calderón despidiera puesto pie al centenario Casillas cuando fue sustituido por Reina.

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