Los republicanos recuperan los gobiernos federales de Virginia y Nueva Jersey, aupados por el alto índice de desempleo y la desidia de los jóvenes y los negros a la hora de acudir a votar
MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL. NUEVA YORK/ La Verdad
MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL. NUEVA YORK/ La Verdad
Pocos sabían ayer el nombre del nuevo gobernador de Virginia (Bob McDonnel), un bastión republicano que milagrosamente ganase Barack Obama en las elecciones de hace un año, pero siguiendo el paso de los medios de comunicación casi todos asociaban esa derrota demócrata con el presidente electo, que no estaba en la papeleta ni se involucró en la campaña. Todos menos los votantes, que, según las encuestas, están más preocupados por la situación económica que por las políticas de Obama.
De hecho, casi la mitad de los votantes de Virginia aprobaron la gestión del nuevo presidente en las encuestas a pie de urna y la cifra incluso sube al 57% en New Jersey, el otro estado donde los demócratas restaron el martes -madrugada de ayer en España- un gobernador.
Después de haber perdido en noviembre pasado las dos cámaras del Congreso y la Casa Blanca, para los republicanos ésta era la gran oportunidad de revitalizar a sus bases de cara a las legislativas del año que viene. Y para la prensa tenía mucho más gancho hablar de una derrota de Obama que de Jon Corzine y Creigh Deeds, los verdaderos perdedores de New Jersey y Virginia respectivamente.
En este último, el fracaso se veía venir con tanta claridad que Obama sólo apareció una vez, y para admitir que sería difícil inspirar a los votantes que sufren en sus carnes los efectos de la crisis económica y el desempleo. A eso se suma la apatía de los afroamericanos, que en noviembre pasado votaron en números record por el primer presidente negro de Estados Unidos.
Más esperanzas tenía con New Jersey, que desde 1994 había elegido a un gobernador demócrata y donde el ex presidente de Goldman Sachs duplicaba el gasto de su rival en anuncios gracias a su propia fortuna. Toda la familia demócrata se volcó con Corzine, como hiciera Obama, que voló a New Jersey en tres ocasiones. Pero también los republicanos vieron la oportunidad e inyectaron varios millones de dólares para financiar la campaña de Chris Christie. El segundo tema que más sopesaron los votantes no podía ser más local: el impuesto de bienes e inmuebles.
Más proyección tienen los resultados del 23 distrito al Congreso del estado de Nueva York, y no porque ganaran los demócratas por primera vez desde 1871, ni por tratarse de un cargo nacional, sino porque refleja la pugna entre los conservadores moderados y la extrema derecha.
Estrellas
Allí estrellas de la ultradercha como la ex candidata a vicepresidenta Sarah Palin y el actor de Ley y Orden y ex aspirante presidencial, Fred Thompson; repudiaron a la candidata de su propio partido por ser demasiado moderada en temas tan recurrentes como el aborto y los matrimonios homosexuales.
Como máxima humillación hicieron campaña por su rival, perteneciente a un partido conservador que sólo existe a nivel estatal, Doug Hoffman, y probablemente se hubieran salido con el volantazo a la derecha de no haber orquestado la Casa Blanca una brillante maniobra de revancha para la despechada Dierdre Scozzafava, que el sábado se retiró de la competición y pidió a sus seguidores que votaran por el demócrata.
El triunfo de Owen forzará así un diálogo en el seno del Partido Republicano, pero la ultraderecha se sentirá validada por los resultados de un referéndum que ha dado un revés a la la igualdad de sexo. Como sucediera en California, los votantes de Maine han revertido la legislación que hubiera aprobado los matrimonios homosexuales por el estrecho margen de 53% contra 47%. Con ése son ya tres los estados de la Unión en los que la furia homófoba derroca en las urnas la corriente legislativa que se impone en el resto del mundo.
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