domingo, 14 de agosto de 2011

LOS ALCÁZARES/ Playas de primera división


Los jardineros saludan con un sonriente «¡Good morning!» a los turistas extranjeros, y un inspector recorre las playas a diario para comprobar su óptimo estado. Son solo dos datos que responden a la pregunta de ¿qué tienen las playas de Los Alcázares?, el primer municipio de España en obtener el certificado 'Q' de calidad en toda su costa, que no tengan las otras. Hay mucho más detrás de cada bandera blanca con la letra 'Q' en azul ondulando en el litoral alcazareño. Hay inversión y trabajo, sobre todo mucho trabajo por parte de los trabajadores municipales, pero también de las empresas de servicios y de los hosteleros de primera línea de mar, que han tenido que cambiar sus métodos de trabajo, hacer informes para todo, someterse a auditorías frecuentes y análisis hasta de la superficie del suelo. En total, más de 500 personas, profesionales y hosteleros, implicados en lograr las mejores playas, las más seguras y mejor dotadas, que es en definitiva lo que premia el Instituto para la Calidad Turística Española, un organismo español, privado, independiente y sin ánimo de lucro.
Un auditor externo pasa un riguroso examen anual a cada playa que solicita la marca 'Q' como valor añadido de garantía. El comité de expertos decide finalmente si el sello es merecido, lo que ocurrió en el municipio de Los Alcázares, que desde 2006 ha batido el récord de banderas 'Q' de toda España. Ya en 1990, la costa alcazareña obtuvo la primera bandera azul del Mar Menor, una exigencia que se ha mantenido hasta ahora para poner en la primera división de las playas desde una punta a otra los 5 kilómetros de litoral.
Mantener la categoría de la fachada marítima no es gratis. Durante los 365 días del año se hace seguimiento de su estado y mantenimiento diario de limpieza y cuidado, incluso en invierno. El nivel de exigencia llega incluso a realizar informes sobre la empresa que se ocupa de reciclar los aceites de los tractores que limpian las playas, o la fecha de caducidad de las medicinas que lleva la ambulancia que hace guardia en la costa. Más aún, el mimo al bañista lleva a contar en los puestos de Protección Civil con sillas para discapacitados y muletas especiales para el agua.
Limpieza con microscopio
La prioridad número uno es la limpieza. Un convoy de tractores comienza a medianoche a asear la costa y oxigenar la arena durante toda la noche. A las 5 de la mañana entra la cuadrilla de 16 limpiadores a pie para dejar todo a punto para la mañana, más otro grupo que se ocupa de la limpieza manual entre las 18 horas y la medianoche. Por otra parte, el servicio de limpieza mecánica del paseo marítimo empieza a las 12 de la noche, seguido de la cuadrilla de operarios con sopladores y los que vacían las papeleras. Todos a destajo en una costa que llega a recibir a 150.000 personas en los días álgidos del verano.
La higiene es la obsesión, y con microscopio. Se realizan análisis del agua de baño, de la arena y de la superficie de las pasarelas de madera para detectar la presencia de hongos. Toda la superficie playera se fumiga con productos inofensivos para el medio ambiente.
Cada trabajador cumplimenta sus partes diarios de labores realizadas, hora y lugar. Desde que el Ayuntamiento asumió el reto de certificar todas las playas, sus operarios dejaron de ser simples limpiadores. Todo el personal que trabaja en la playa recibió cursos de atención al público y de inglés para saludar con corrección a los turistas. Los responsables de Turismo aseguran que el compromiso del personal ha sido total, proporcional a la respuesta del usuario. «Cuanto más limpio está todo, la gente ensucia menos», explica la técnica de Turismo, Miriam Sánchez.
La accesibilidad es otro requisito prioritario. Cada playa debe tener un acceso principal con todo lo necesario para el turista: acceso de discapacitados, tablas informativas que recogen hasta el precio de alquiler de los patines, contenedores de recogida selectiva de basuras, puesto de vigilancia de Protección Civil con servicio de baño para discapacitados, un mínimo de cuatro lavapiés, área de sombra y descanso para discapacitados, chiringuito y aseos. Nada de las antiestéticas cabinas móviles, sino aseos de obra decorados a rayas marineras, mantenidos por los propietarios de los chiringuitos.
Camareros sin 'piercing'
De estos bares playeros se encuentran 27 a lo largo del litoral alcazareño. A los hosteleros de los chiringuitos corresponde gran parte del mérito de calidad, ya que tuvieron que dar un salto de categoría en el servicio. Vistieron de uniforme con placa a todo su personal, contrataron a más empleados e invirtieron en limpieza. Cualquier de ellos tiene que tener a la vista carteles informativos con los precios y todo tipo de servicios disponibles. Pasan auditorías frecuentes y documentan todo a diario en informes. Cada día toman tres veces la temperatura de las cámaras frigoríficas para el óptimo mantenimiento de los alimentos. Inspectores municipales examinan a menudo el funcionamiento de los termómetros, y una vez al mes se analiza la comida que sirven.
Los auditores del Instituto de Calidad comprueban incluso que el personal tenga los títulos necesarios y que no lleve pendientes ni otros abalorios anti reglamentarios. El precio es alto, pero a cambio obtienen la confianza de los turistas. Turismo realiza encuestas constantes a los usuarios para detectar el grado de satisfacción. Ante una eventual reclamación, la normativa obliga a contestar por escrito. El compromiso alcanza a todos los servicios, desde la Policía hasta los jardineros.
El resultado, según coinciden los responsables turísticos, es que Los Alcázares concentra más plazas hoteleras que otros municipios del Mar Menor y una cantidad de bañistas que acuden a las playas desde otras zonas. «Queremos ser referentes y que veamos las playas del Mar Menor algún día con la Q en todas sus playas porque somos un todo», comenta la concejal de Turismo, Maite Olmos.

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