El viejo hospital cerró ayer sus puertas, mientras el nuevo estrenaba la UCI
15.03.11 - 00:41 -
ALEXIA SALAS | SAN JAVIER./ la Verdad
«Del vespino al coche de lujo», bromeaba ayer un médico en la puerta del nuevo hospital Los Arcos del Mar Menor para describir el cambio. Del viejo edificio en primera línea de playa, estrecho y lleno ya de desconchones, los más de 100.000 habitantes de la zona pasan a disponer de uno de los hospitales punteros de la Región. El antiguo centro echó ayer definitivamente la llave, después de trasladar a los casi 90 pacientes ingresados, «con la máxima cautela», como subrayó la gerencia del hospital, desde la orilla del Mar Menor al corazón de la zona agrícola, donde se levanta el nuevo gigante sanitario con vistas al Cabezo Gordo.
En Los Arcos se llenaban cajas y se vaciaban estanterías mientras algunos trabajadores derramaban alguna lágrima. «Son muchos años aquí, que es donde hemos sacado adelante muchas cosas; sobre todo hace años, cuando éramos pocos», comentaba el jefe de Urgencias, Juan Vicente Ortega. Ayer mantuvo el servicio de Urgencias por si algún paciente no conocía el traslado, pero los esfuerzos se centraron en el transporte de los ingresados en ambulancias. Al mediodía sólo quedaban 12 pacientes en cama en Los Arcos, que fueron ocupando las nuevas habitaciones en Torre Octavio, dejando el viejo edificio totalmente vacío. Un facultativo de cada especialidad permaneció en el antiguo centro, aunque la maquinaria ya estaba en marcha en el nuevo. En lo primero que se aprecia el pleno funcionamiento del hospital es en la masificación del aparcamiento ya desde el primer día. Los propios trabajadores comentan la escasez de plazas para los 850 trabajadores más los pacientes y familiares. Aunque aún es gratis aparcar, el problema se hará más latente al no existir posibilidad de estacionar fuera del recinto, rodeado de invernaderos y parcelas agrícolas.
La apertura ayer del servicio de Urgencias evidenció el primer avance del centro: la sala de espera, amplia y despejada, lejos de la agobiante salita del viejo edificio. En Pediatría ya se escuchaban llantos infantiles y carreras de sanitarias disponiendo medicamentos. «Pronto llegará el mobiliario del aula de juego, que les va a encantar a los niños ingresados», comentaba una pediatra.
Esperas más cómodas
Encantadas pasaban la mañana Ángeles Gómez, paciente de San Pedro, y María Josefa Pérez, de Los Narejos, en la nueva habitación recién estrenada. «Tenemos una tele para cada una, con nuestro altavoz; todo es nuevo, así que estamos de maravilla», explicaban desde sus flamantes camas. Entre los logros, unos sillones de acompañante nuevos, con las piezas en su sitio, en lugar de los desvencijados anteriores.
Más cambios abismales: la recepción, con azafatas traductoras dispuestas en un mostrador redondo en medio de un inabarcable vestíbulo. Ascensor panorámico, patios con vegetación, abundante luz natural, aseos higiénicos y hasta peluquería. Lo que más agradecieron ayer dos familias de la zona es la apertura de la UCI, servicio inexistente en la zona. Dos pacientes estrenaron la unidad de vigilancia, equipada con la última tecnología. La maquinaria más avanzada se encuentra sin embargo tras la puerta del servicio de Radiodiagnóstico, con escáner avanzado y múltiples pantallas propias del hospital sin placas ni papeles que será.
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